No es una carta al Director, ni una medalla maldonada, es un aliento, un lamento y una denuncia. Nunca me gustaron ni las arrobas ni los géneros terminados -e, así que disculpen utilice el castellano correctamente.

En primer lugar el aliento, la fortaleza y la confianza. Falta nos va a hacer, a todos, no sólo a los docentes. Hemos empezado un curso escolar, el 2020/21, porque empieza el 01 de Septiembre, no el 10. Las familias y nuestros alumnos deben estar tranquilos, no porque nadie les libre de contagiarse, porque lo harán, los planes de contingencia están pensados para ello, pero deben estar tranquilos porque saben que sus maestros y profesores van a procurar que no lo hagan en la medida de lo posible, casi sin herramientas y sin conocimientos, pero una vez más por vocación y dedicación. Porque ya demostramos y demostraremos, una vez más que a pesar de la desidia de nuestras administraciones hacia sus trabajadores, para nosotros prima más nuestros alumnos que alguna que otra medida gubernamental o regional de dudosa aplicación real. Mis mejores deseos para todos los valientes que empiezan este curso con ilusión.

En segundo lugar el lamento. Qué hemos hecho los funcionarios docentes para merecer un trato distinto que el resto de funcionarios públicos dependientes de la Administración. Qué desconsideración tiene nuestra consideración de docentes que no tenga ningún otro trabajador. Dónde están esas AMPAS, FREAMPAS o simplemente familias que callan con miedo, individual o público, ante unas medidas que deben cumplir en celebraciones o entierros pero que obvian en este curso escolar. Dónde están esos millones que pueden dedicarse a cualquier cosa menos a garantizar las ratios máxima de quince alumnos, que aconsejan medios internacionales, pediatras, o la misma Junta para los bingos, para garantizar la vuelta segura. Dónde queda la Educación y el sagrado arte de educar frente a la relegación impuesta y obligada de vigilar y custodiar.

Y por último la denuncia. Los docentes no somos héroes de cómic. Tenemos enfermedades, familia y nos contagiamos y sufrimos como cualquier otro ciudadano. Pero tampoco somos médicos ni sanitarios, ni policías ni abogados. Cumplan con su obligación si quieren una vuelta segura a las aulas y no usen de placebo ni a los docentes, ni alos equipos directivos, ni a las familias extremeñas. Necesitamos un profesional sanitario en cada centro para poder cumplir las medidas sanitarias y de control que se nos exige no sólo en cada centro, en cada situación, delegar en los docentes o en un número de teléfono a un ambulatorio ya de por sí colapsado, no es real ni efectivo. Necesitamos triplicar nuestra plantilla docente si queremos garantizar grupos burbujas tanto para docentes como familia, no podemos tener a un docente visitando cuatro aulas un mismo día. Necesitamos retrasar el curso escolar hasta garantizar que todo el que ingrese en nuestras aulas no está infectado, por lo que es necesario pruebas PCR a cualquier alumno y docente, o a los cinco días no harán falta los termómetros, las clases estarán vacías en aquellos casos donde sin prueba asiste cualquier infectado. Necesitamos no una declaración jurada de responsabilidad, necesitamos la obligación civil de atenerse a las recomendaciones que marque tanto sanidad como educación para toda la comunidad educativa. A todos los que empezamos este curso escolar, buena suerte, y a nuestros gestores y políticos, responsabilidad, la suerte ya la han tenido por lo que veo.