Nadie debería quedar impasible, pero seguimos adelante porque sabemos que no podemos hacer nada para virar el rumbo que llevamos. Lo saben este irrisorio porcentaje de población que acumula tanta riqueza como el resto de la humanidad. Y ¿cómo es que avanzamos como si nada? Porque mantenemos un espíritu medieval. Los muros de los castillos donde viven los actuales señores feudales están hechos de bits que hacen girar por todo el mundo su significado estrictamente financiero desordenando la vida económica del 99% de la población, con guerras y hambre en los países productores de materias primas y con paro y miedo en los países desarrollados. En Davos se reúnen los emisarios directos de este 1% de la humanidad y los que creen que este es el modelo único en que la vida humana se puede desarrollar y regresan con discursos grandilocuentes, cuando en realidad vuelven de agachar la cabeza ante los testaferros de los que mandan y, al hacerlo, nos obligan también a nosotros y a nuestros hijos en el futuro, a agacharla también. Ya toca que la ignorancia se aleje de nosotros para poder hacer algo. Parece que todavía seamos los que, cubiertos con pieles de animales, miraban las murallas de los castillos.