Diputado del PSOE al Congreso por Badajoz

A lo largo del siglo XX, el sistema democrático representado por los regímenes parlamentarios de partidos, fue fuertemente contestado, tanto desde la izquierda como desde la derecha. El leninismo que derivaría en el comunismo de corte bolchevique por un lado, y los fascismos en sus múltiples vertientes desde otro, negaban al régimen parlamentario de partidos su legitimidad básica y la capacidad para transformar la sociedad. Hoy afortunadamente, esa etapa histórica es ya un triste recuerdo que vacunó a nuestras sociedades en contra de los profetas del totalitarismo.

Pero con el tiempo las vivencias se transforman en recuerdos y los primeros entusiasmos pueden comenzar a enfriarse, al percibir la ciudadanía las indudables dificultades que existen de hacer operativos en tiempo y forma los pálpitos sociales, máxime cuando estos nacen en la mayoría de las ocasiones, como un barrunto intuicional sentido, que se explicita, conforma y racionaliza con dificultad y de manera multiforme. Por esto el perfeccionamiento democrático es una asignatura obligada y el acierto de los actuales líderes socialistas de acometerlo, digno de ser estudiado y resaltado.

Hacer de la democracia representativa una democracia participativa es el objetivo obligado, un objetivo ambicioso, que implica en primer lugar una interlocución fluida y un respeto profundo por el complejo entramado de organizaciones que componen una sociedad moderna, aún a sabiendas de que en muchos casos singularizan objetivos claramente políticos, que se manifiestan al margen de los partidos. El profuso jardín de Organizaciones no Gubernamentales es un magnífico ejemplo de esta cuestión.

Ya lo son, pero el tiempo agranda su peso, el de organizaciones socioeconómicas, como los sindicatos y organizaciones empresariales, base del consenso social, pieza clara de la política de nuestros días, y esto desde el escrupuloso respeto a su independencia, que ahora nos parece natural, a una abrumadora mayoría social, pero que no hace aún mucho tiempo se entendía esta relación partidos sindicatos, en clave de colaboración subordinada. De su participación activa en la toma de decisiones y de profundizar más en esta participación, ponen un particular énfasis la actual cúpula socialista encabezada por su secretario general.

En este nuevo ideario socialista, que sin renegar de ninguna de sus raíces, abre un nuevo reto social, están presentes, como no podía ser de otro modo, la complejidad tecnológica del mundo actual, en donde los círculos intelectuales, los científicos, la Universidad, juegan por si mismos e independientemente del poder político un papel básico en la toma de decisiones, porque en una civilización tecnológica como la nuestra, muchas respuestas concretas y acuciantes sólo pueden salir de estos círculos.

Y preocupa sobre todo la participación de la ciudadanía en su conjunto, mejorando todos los sistemas de participación directa, empezando por el propio sistema electoral. La propuesta de Zapatero de listas abiertas para el Congreso. Ya lo son para el Senado, es un primer paso adelante. La necesaria reforma del reglamento del Congreso, dando agilidad a los debates, a la vez que se mejoran los sistemas de control del Gobierno, va en la misma dirección.

Seguramente, nuestra sociedad aún no ha sabido establecer los marcos éticos de los medios de comunicación modernos, en donde la información puede transformarse en alineación con grave peligro de las libertades, nuestros códigos de justicia saben mucho de violencia física, pero poco de violencia tecnológica, que no por ser más sutil que la primera es menos perversa que aquella. En este sentido, como primer paso, el postular que los directores de T.V.E. duren un solo mandato, me parece una magnífica idea de los socialistas.

En fin... son tiempos de esperanza, hagámosla entre todos realidad.