Las comunidades autónomas se comportan ante el nuevo modelo de financiación movidas únicamente por un deseo egocéntrico. Olvidándose que forman parte de un proyecto común, que existen leyes que garantizan y salvaguardan una redistribución justa y equitativa de los recursos. Se han rodeado de argumentos con los que justificar su desmesurada ambición, alimentando una insolidaridad que ha pasado a ser la base sobre la que se sustenta la esencia nacionalista, edulcorada bajo el trampantojo de elementos diferenciales e identitarios, utilizados como soporte para mantener la tesis de que las aportaciones de cada comunidad deben revertir inevitablemente en su propio beneficio.

Tras haber amagado con poner sobre la mesa las balanzas fiscales, como si de dejar al descubierto las vergüenzas se tratara, y una vez lanzado este globo sonda maximalista e infumable con el propósito de atemorizar a las comunidades más desfavorecidas, nos encontramos con que todo es producto de un señuelo, una estrategia urdida al objeto de dar una vuelta más de tuerca en este proceso insolidario; así cuando las negociaciones hayan concluido todos quedarán relativamente satisfechos, unos porque comprobarán que no se han quedado totalmente desprotegidos, y otros porque habrán escalado un peldaño más hacia el objetivo final de la autofinanciación, y a esta maniobra de ingeniería financiera, le colocarán el epíteto de consenso, de acuerdo tácito, de compatibilidad entre las partes.

XPERO CONx este nuevo intento se llevarán por delante un pellizco más de los recursos de todos, al tiempo que conseguirán debilitar el Fondo de Suficiencia que dicen está sobredimensionado, por lo que procurarán ponerlo a dieta y que sirva únicamente para dar cobertura y garantías en materia sanitaria, educativa y de servicios sociales, dejando al descubierto el resto de competencias para que corran a cargo de los recursos propios de cada comunidad.

Para contar con una mayor influencia a la hora de defender sus posicionamientos, los del tripartito se han buscado socios, no importa que pertenezcan a las antípodas ideológica, o que estén enfrentados por otras cuestiones, porque ahora lo que interesa es aunar voluntades, así se ha constituido el llamado Frente Mediterráneo, formado por Cataluña, Comunidad valenciana y Baleares, a las que no les hace ascos la Comunidad de Madrid. Andalucía se debate entre dos aguas y prefiere que en la redistribución se tenga en cuenta el criterio de la población, pero nadie considera la dispersión del territorio, ni las dificultades geográficas, ni ninguna otra consideración que escape a la defensa de sus intereses.

Esta vez va a resultar más difícil alcanzar el acuerdo, ya que por una parte hay comunidades que se sienten blindadas por sus recién aprobados estatutos, también porque atravesamos una época de vacas flacas, y los recursos a repartir van a ser más escasos, y no se podrán destinar ayudas con las que compensar indirectamente al que resulte más perjudicado, en este sentido Solbes se ha encargado de dejar las cosas claras. Con el añadido de que los Fondos de Cohesión provenientes de Europa, van a desaparecer de algunas comunidades en un corto espacio de tiempo, en favor de los países recientemente incorporados.

Sin pretender ser catastrofista ni agorero, el panorama que se presenta puede ser desolador. En la reunión que va a mantener el Gobierno y las comunidades autónomas, deberán mostrar su habilidad negociadora el portavoz Francisco Fuentes y el propio presidente extremeño, ya que de ellos va a depender que se tenga en cuenta la singularidad de Extremadura, que se defienda un modelo de negociación multilateral y homogéneo, acorde con la legalidad vigente, que se descarte la redistribución en función de las aportaciones al IRPF, que se pongan de manifiesto que hay comunidades que necesitan el apoyo y la solidaridad de los demás, y cuando se hable de agravios comparativos, sepan poner en valor el esfuerzo que esta comunidad ha realizado en favor de la causa común, dejando en evidencia que cada privilegio que alguien pretenda conseguir, irá automáticamente en detrimento del desarrollo de los demás, y que Extremadura no puede permitirse el lujo de perder ningún otro tren.

La concepción de las dos Españas adopta un rumbo diferente y un sesgo inédito, ya no se trata de la tradicional división ideológica entre izquierdas y derechas, ni de la España seca y la España húmeda, se trata ahora de agrandar aún más la brecha abierta entre la España que aún está en el camino, y aquella otra que ya ha llegado. Una guerra incruenta a dos velocidades, en la que unos esgrimen argumentos de subsistencia, mientras que otros pretenden enrocarse en su propia carcasa autocomplaciente.

*Profesor.