La jornada de constitución de los ayuntamientos en toda España deparó ayer discursos novedosos, algunas sorpresas en las votaciones de los alcaldes y un puñado de incidentes en el País Vasco, que por desgracia forman parte del guión. En un ambiente político marcado por la deserción de dos diputados del PSOE de la Asamblea de Madrid, la normalidad democrática se impuso ayer --con algunas contadas excepciones-- y los juegos de pactos para crear mayorías sólidas en los consistorios funcionaron sin demasiadas estridencias.

En Euskadi, ETA quiso dejar su sello colocando una bomba en Bilbao, que fue desactivada, mientras Batasuna protagonizaba algaradas tratando de encontrar en la calle el hueco que ha perdido en los salones de plenos. En Madrid se cumplió el guión y Ruiz Gallardón tomó la vara de mando, que de momento deberá compartir con la presidencia de la comunidad mientras se resuelve el conflicto de los desertores del PSOE. Entre tanto, en Barcelona resultó llamativo el tono izquierdista del alcalde, Joan Clos, y de los portavoces de sus socios, ERC e ICV. El gobierno tripartito parece dispuesto, de acuerdo con los resultados del 25 de mayo, a hacer una nueva política. El pacto de las izquierdas, sin embargo, no funcionó en otros lugares.