Al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no le ha temblado el pulso para poner en marcha, en el primer tramo de su mandato, los más osados compromisos electorales. Es el caso del cierre de Guantánamo, el anuncio de la retirada de Irak y de las decisiones en el campo de la atención sanitaria. Ayer le tocó el turno a la biomedicina. En un acto celebrado en la Casa Blanca, el presidente firmó el acta de revocación de las restricciones que su antecesor, George Bush, impuso en el 2001 a la investigación con células madre extraídas de embriones. La decisión, recibida con satisfacción por la gran mayoría de la comunidad científica norteamericana, supone, además de un espaldarazo a esa rama de la investigación médica, un punto final a los prejuicios morales con los que la Administración de EEUU abordó ese asunto. El anterior presidente decretó que las investigaciones sobre células madre no fueran apoyadas con fondos públicos, lo que lastró enormemente los resultados en ese terreno. Como dijo ayer el propio Obama, la ciencia no está reñida con los valores morales.

Vista desde España, la decisión de Obama coincide con la política de Zapatero --ley del 2007-- frente a las críticas de grupos conservadores y de la Conferencia Episcopal. Se trata, en definitiva, de apoyar a los científicos que, mediante estas técnicas, progresan en la lucha contra enfermedades tan pavorosas como el alzhéimer, el párkinson y la diabetes.