EN USA la campaña electoral avanza, entremezclada con la crisis, lo que deja al descubierto las grandes carencias de la candidatura republicana, encarnada por personas del partido responsable de la propia crisis. Porque allí sí, el Gobierno de los ocho últimos años es responsable político y algo más de todo lo que les viene sucediendo ahora y de lo que le sucede al mundo entero o casi entero. No sé si pretendían disimularlo designando como candidato presidencial a un hombre que no sabe dónde está España y candidata vicepresidencial a una mujer que no sabe quién es Zapatero , porque todo pudiera suceder en ese clímax de incoherencia y de ignorancia supinas. Sus oponentes demócratas han resultado ser gigantes políticos, aunque sólo sea por comparación. Aquí la derecha apenas se atreve a mostrar sus evidentes preferencias por los republicanos, a la vista, además, de la abrumadora mayoría que en España apoya a los demócratas, como muestran todas las encuestas. McCain y Palin son para los españoles como dos fantasmas que se cuelan en sus televisores.

Las encuestas de nuevo distancian a Obama de su oponente, pero es que, si se mira hacia allá con los ojos de la racionalidad, parece imposible pensar en un 4 de noviembre de victoria republicana, a no ser que la gente haya perdido algo más que la cabeza. Por eso aquí la gente del Gobierno cada vez disimula menos sus preferencias, porque no hay diplomacia ni prudencia política que les obligue a dejar en nebulosa de qué parte están, entre otras cosas porque sus electores, los de aquí, les llamarían al orden. Pienso, de todos modos, que Obama y Biden no son el mal menor sino el bien posible, que diría aquel escolástico. Nunca se han conocido unas elecciones americanas donde haya estado tan claro todo, donde la posibilidad de votar a un candidato, en este caso el republicano, es increíble que no se vea como una decisión disparatada. Desaprovechar la ocasión de llevar a la Casa Blanca a un hombre como Barack Obama sería un hecho que pasaría a la historia de la Humanidad como la negación de la historia misma.

*Periodista.