El presidente Obama llegó al poder hace un año y lo hizo tras una emocionante campaña política en la que prometía deshacerse del legado de Bush , muy especialmente en el área de la política exterior. En su camino hacia su elección como presidente, acuñó un famoso eslogan publicitario, Yes we can , aludiendo al poder de una suerte de voluntad general y bondadosa. Mientras, su oponente, el republicano John McCain , con una trayectoria política y militar mucho más amplia, optaba por referirse al verdadero estado de la situación internacional y plantear soluciones poco populares. Se equivocó. La mayoría de los votantes estaban por resolver las cosas por arte de magia. Pero, como podemos comprobar, hoy en día la magia no existe, y de existir, desde luego, no sirve para que un elefante deje de serlo. Me explico enseguida.

EEUU es un paquidermo de grandes dimensiones que, por ejercer su naturaleza, genera tensiones. Puede ser más o menos cuidadoso, pero al moverse afecta a quienes le rodean de forma consciente o inconsciente. Ellos controlan el espacio y el mar y, simplemente por sus rutinas diarias, se antoja imposible la ausencia de intromisión en los asuntos de otros países. Lo que sucede es que, afortunadamente para sus aliados, procura no moverse mucho en su dirección. O cuando lo hace, por ejemplo, nos libró del nazismo y después, con su embestida, tiró un muro que había en Berlín. Aquellos que creyeron los ambiguos mensajes de Obama al respecto de la futura acción exterior de su país y pensaban que EEUU iba a variar la orientación de sus políticas externas no tuvieron en cuenta cuatro factores que de forma permanente, desde 1930, motivan su política exterior.

XPRIMERO, EEUUx tiene una política exterior de Estado que apenas varía con la alternancia política. Quizá en el apartado de las formas y la configuración de imágenes es donde el impacto personal del presidente tiene un mayor margen para obrar. Lo que no quiere decir que por ser más agradable y/o sutil los estadounidenses vayan a renunciar a la defensa y ejercicio de su hegemonía internacional.

Segundo, EEUU tiene un interés nacional global. Y, para defenderlo, goza del poder necesario, así como de la capacidad y de la voluntad de ejercerlo.

Tercero, su poder se debe a que ostenta un póquer de hegemonías que garantiza su primacía mundial: económica, tecnológica, militar y normativa. Y como EEUU le tiene mucho cariño a su privilegiada posición, el trabajo de cualquier presidente americano es mantenerla.

Y cuarto, los medios para defender su posición global pueden encuadrarse dentro del poder blando o del duro, pero el uso de la fuerza contenido en este último forma parte del abanico de opciones que maneja el presidente. Y ninguno en su sano juicio renunciará jamás al mismo. Si renuncias a usar la fuerza, tu imagen de poder se desvanece y se anima a otros a desbancarte.

Aquellos que pensaban que Obama cambiaría esto se habrán quedado algo decepcionados después de su lección magistral, al recoger el Nobel de la Paz, sobre el uso de la fuerza, sus responsabilidades como comandante en jefe y el papel de EEUU en el mundo. Los europeos somos muy educados y quisimos agradarle inmediatamente. Y él nos devolvió la gentileza con su apasionado discurso sobre la guerra, supongo que en homenaje a Alfred Nobel , el inventor de la dinamita. Y así asistimos a una continuidad, como no podía ser de otra forma, de las acciones exteriores de Bush.

Hoy en día, se ha aumentado de forma sustantiva el contingente de soldados en Afganistán y se mantiene la presencia en Irak, así como el plan de retirada escalonada de la Administración de Bush. Además se ha extendido la doctrina de guerra contra el terror a Yemen, la situación con Irán no ha mejorado un ápice --más bien ha empeorado-- y Guantánamo sigue abierta.

Y por si fuera poco, a pesar del intento de cambio de imagen promovido por Obama y las supuestas nuevas formas, casi sufren un atentado de gran magnitud en suelo estadounidense, que sería el primero de estas características desde el 11-S. Y este hecho ha puesto en guardia a la Administración de Obama, ahora preocupada de haber transmitido quizá una errónea imagen de desgaste y debilidad. De ahí lo de Yemen y su actual actitud de líder y organizador supremo en lo referente a las actuaciones en Haití.

Cuando eres el presidente de EEUU, la geopolítica manda, y las líneas maestras de la política exterior están prediseñadas por comités bipartidistas antes de tu elección y, como resultado, las elecciones a tu alcance son limitadas. Lo que hace Obama es ser presidente de EEUU y poner en primer lugar la defensa de sus intereses nacionales. Como hacen todos, lo que sucede es que el resto no tiene el poder de hacerlo a la escala en la que lo hacen los estadounidenses.

No nos engañemos, Obama sabía y sabe lo del elefante y no puede cambiarlo; solo hizo esa magia moderna llamada márketing para hacer creer a muchos que lo haría.

*Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.