Estamos inmersos en una crisis indecente, global y de una crudeza hasta ahora desconocida. Una crisis que parece no tener fin, basada en una sarta de mentiras y que lo único que pretende es reducir o anular un gran número de valores y logros sociales, conseguidos con mucho sacrificio y esfuerzo.

En los últimos 18 meses, esta brutal crisis se ha llevado por delante conquistas sociales que hemos tardado más de diez años en conseguir y consolidar, y parece ser que la cosa no quieren que acabe aquí.

Hoy cada día con mayor claridad, estamos descubriendo las mentiras y falsedades sobre la que los misteriosos mercados, poderes económicos mundiales y, en definitiva, especuladores y usureros de toda la vida, han construido esta crisis perfecta , para llegar a unos objetivos muy claros: reducir los derechos sociales y laborales de los trabajadores y de la ciudadanía, poner en jaque el Estado del bienestar y consolidar una libertad de especulación financiera que, fuera de cualquier control estatal o de cualquier otro tipo, pueda llevar a estos especuladores financieros y dueños del capital económico al enriquecimiento rápido, sin control y compromiso alguno de que, al menos, parte de esa riqueza o rendimiento económico, pueda revertir en el desarrollo o progreso social.

XESTA SENCILLAx estrategia se está tejiendo con gran precisión por parte de esos poderes fácticos y económicos financieros, que no cesan en aseverar una serie de mentiras, con las que tratan de razonar y justificar sus mezquinos intereses. Unos ejemplos, tan sólo:

-- "Los que nos han llevado a esta crisis nos van a sacar de ella". ¡Mentira! Las políticas neoliberales se han basado en reducir salarios y beneficiar las rentas del capital. Por tanto los que abanderaban ese modelo no nos darán las recetas para salir.

-- "La Seguridad Social va camino de la bancarrota": ¡Mentira! Lo mismo presagiaron para 1995 y para 2005 los malos agoreros, demagogos y oportunistas. El único objetivo que se pretende con esta mentira es desmantelar el Estado del bienestar y las conquistas de los trabajadores.

-- "Pagamos muchos impuestos". ¡Mentira! No es que paguemos muchos impuestos, sino que algunos pagan mucho más que otros. Hay una mayoría que paga todo lo que le corresponde, y una minoría de rentas altas que no paga lo que debe, cometen fraude fiscal y evasión de impuestos.

-- "El despido tiene que ser más flexible". ¡Mentira! En España el despido es libre aunque no gratuito. Es la única defensa del trabajador para los que tienen contratos fijos, defensa que ahora también nos la quieren quitar.

-- "Cobramos demasiado". ¡Mentira! Hemos vivido un periodo de alta ocupación, pero por un lado inestable, y por otro, asociada a salarios que no han crecido al ritmo de los beneficios que han generado. Véase el reparto de la renta nacional.

Todas estas y otras mentiras sobre las que se sustenta esta crisis y su solución, están pensadas y articuladas para crear y aprovechar la incertidumbre y para rebajar nuestros derechos. Por todo lo anterior, el próximo día 29 de septiembre los trabajadores en España convocamos una huelga general, para intentar recuperar los derechos que injustificadamente nos están arrebatando. Porque los trabajadores, somos conscientes de que nuestra fuerza y nuestro poder radica, única y exclusivamente, en nuestra capacidad de producción y en nuestro voto. No son privilegios financieros, ni especulativos, ni de ayuda a los bancos y mercados lo que estamos pidiendo; estamos pidiendo simplemente, que se nos respete nuestro derecho al trabajo digno, estable, seguro y con derechos, a la negociación colectiva y a la jubilación solidaria.

Los trabajadores estamos muy acostumbrados al sacrificio; sabemos que nunca nadie nos ha regalado nada. Por eso, hoy más que ayer, seguiremos reivindicando el valor del trabajo, el derecho a tenerlo y defenderlo, y el derecho a vivir en una sociedad más justa y solidaria, donde los especuladores, vividores y demagogos, no tengan cabida ni capacidad de decidir sobre nuestros destinos como ahora está sucediendo.

Denuncio el giro liberal de la política del Gobierno. Las buenas intenciones de antaño se han transformado en recorte de derechos. Ahora el hecho es que entre la obcecación y la realidad está el desastre, si no se tiene el talante de rectificar.