Amancebados los quiere el Papa. A los eclesiásticos, a los miembros de su curia. Pero amancebados según Quevedo , es decir, amancebados con la mano. Es la única explicación para el caso del obispo de Mallorca, monseñor Javier Salinas , degradado a obispo auxiliar de Valencia por amancebarse con su secretaria, teniendo tan a mano la propia mano, si es verdad que las hormonas le podían más que el voto de castidad. Pobre hombre.

¿A quién se le ocurre enamorarse? Peor, ¿a quién se le ocurre creerse todo lo que dice el Papa? El que el Papa Francisco se pregunte "¿quién soy yo para juzgar a los gays?", por ejemplo, no significa que luego no los juzgue. El obispo Krzystof Charamsa y el diplomático Laurent Stefanini pueden dar fe de ello: el primero fue expulsado de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el segundo ha sido rechazado como embajador francés ante el Vaticano. Es lo que ha debido de sucederle al obispo de Mallorca, que se creyó que el Papa hablaba en serio cuando afirmó que los sacerdotes tienen "la puerta abierta al matrimonio porque el celibato no es un dogma de fe".

Es verdad que se refería sólo a los sacerdotes, pero el obispo de Mallorca concluiría que un obispo es siempre más que un sacerdote. ¿Y por qué iba a sufrir él las tiesuras del celibato, teniendo un cuerpo que se las aliviara? Hay que comprenderle: la carne es la carne y con el cuerpo de Cristo no basta. Pero su pecado, según el argumento vaticano, es que la relación ha sido con una mujer casada y, por lo tanto, comprometida con Dios. Distinto hubiera sido con otra, se deduce. De haber sido con una mujer no comprometida con Dios, el motivo para apartar del cargo al obispo de Mallorca no habrían sido sus hormonas, sino la falta de cilicio para resistirse a la tentación que es siempre la mujer, toda mujer, desde Eva. Hay que joderse. Después de los 'casos Romanones' que tiene la Iglesia repartidos por el mundo, es decir, después del silencio y la complicidad que ha mantenido y aún mantiene con los abusos sexuales a niños, el Papa Francisco inhabilita al obispo de Mallorca por un quítame allá esas pajas.