THtace 10 días, la Dirección General de Tráfico decidió permitir que las bicicletas circularan por las aceras que tengan más de tres metros de anchura. Muchos peatones se asustaron. Pero 48 horas después, el ministro del Interior, que debería haber visado esa norma, declaró que se había malinterpretado su sentido y que solamente se permitiría la circulación de bicicletas en las aceras que tuvieran carril bici. Con lo que venía a decir que la Dirección General de Tráfico había aprobado la barbaridad citada sin permiso de la superioridad. Eso sí, aclarando que la medida respondía a la necesidad de fomentar el ahorro de energía.

Una semana después, Rubalcaba --se dice que sin el apoyo del ministro de Industria-- recortaba la velocidad máxima en autovías y autopistas a 110 kilómetros por hora. La crisis libia, el riesgo de desabastecimiento de petróleo y el aumento de su precio fueron las razones esgrimidas en esta ocasión. Para completar la iniciativa, el ministro anunció que se reducía en un 5% el precio de los billetes de los trenes de cercanías. La mayoría de los expertos no gubernamentales creen que lo de los 110 kilómetros es un brindis al sol, que va a valer para muy poco. Los gobiernos autónomos de Cataluña y de Madrid opinan que esa rebaja del 5% es una invasión de sus competencias, que una medida como esta no se puede adoptar sin su aprobación.

Acaban de conocerse nuevas ocurrencias: ahora se quiere reducir el parque de coches oficiales (que es el mayor de Europa) y también la iluminación pública. No se sabe si es que el Gobierno ha descubierto de repente que hay que ahorrar energía --tras casi siete años sin hacer nada significativo en esa dirección-- o que alguno de sus jefes ha dicho que hay que hacer cosas y rápido y que no importa mucho que no estén bien rematadas con tal de que tapen las malas noticias económicas y los escándalos que les acosan. En todo caso, el remedio está resultando peor que la enfermedad. Porque de nuevo el Gabinete parece desnortado, vapuleado por los acontecimientos, sin guía ni control. Y falta un año para las generales.