El Gobierno no levanta cabeza. Cualquier iniciativa que toma en política económica se le vuelve en contra. La semana empezó con las cifras del paro superando por primera vez los cuatro millones y con la convicción gubernamental de que hasta el mes de junio, al menos, el desempleo no dejará de crecer.

Y ayer se conoció una nueva pirueta que puede arruinar en parte los esfuerzos que se estaban desplegando para llegar a un acuerdo en la ampliación de la edad de jubilación. Cuando parecía que se perfilaba un pacto para que el retiro a los 67 años fuera voluntario, con distinción entre oficios más duros y más descansados, y con el compromiso de penalizar las prejubilaciones, la propuesta del Gobierno de alargar de 15 a 25 años la base para calcular la pensión volvió a desatar la controversia. Ante el cúmulo de reacciones negativas, el Gobierno rectificó con el increíble argumento de que se trataba solo de un ejemplo o de una simulación. Pero, ¿quién se puede creer que en el documento de actualización del Plan de Estabilidad remitido a Bruselas se hacen simulaciones sin base real?

En todo caso, si era una intención real, mal por incluirla sin proponerla en la mesa del Pacto de Toledo. Y si era una simulación, peor, porque se suma a la sensación de que todo se improvisa. Incluso el aumento de la edad de jubilación de 65 a 67 años, que es defendible para no colapsar el sistema de pensiones, dio la impresión de que se lanzó para acallar las críticas de la prensa internacional y para tranquilizar a los mercados ante la intervención de José Luis Rodríguez Zapatero en Davos. Incluso se pudo deducir que el ministro de Trabajo no estaba al corriente del anuncio, a la vista de las posiciones recientes de Corbacho y del ministerio en sentido contrario.

Todo este vaivén ha llevado a que ahora ya no sea solo el Partido Popular el que hable de "ocurrencias", sino que hasta Comisiones Obreras utilizó ayer la misma expresión para calificar las propuestas del Gobierno sobre la reforma de las pensiones. Las recetas del Ejecutivo ±son más propias de un grupo de aficionados a la política que de un GobiernoO, afirma el sindicato en un duro comunicado que rompe con la moderación mantenida hasta ahora. Zapatero creía tener un pacto de hierro con los sindicatos, pero CCOO y UGT le han vuelto también la espalda. Y, sin embargo, el diálogo social es necesario para abordar un problema más urgente que el de las jubilaciones, que no es otro que el del paro.