WPw oco ha tardado el Partido Popular en cumplir su anuncio del pasado lunes en el sentido de que iba a centrar su labor de oposición parlamentaria al Gobierno en el llamado proceso de paz de Euskadi. Ayer, el PP disparó tres veces: la primera vez por la mañana y a cargo del portavoz Pío García-Escudero en el Senado; las dos siguientes por la tarde, y a cargo de los máximos dirigentes, Mariano Rajoy y Angel Acebes, en la sesión de control del Congreso.

No es difícil acordar que la intervención del portavoz del PP en el Senado superó todos los límites, si es que en esta escalada del principal partido de la oposición contra la política del Gobierno sobre la pacificación del País Vasco quedaban aún topes por traspasar.

En una torrencial sarta de acusaciones, García-Escudero le dijo a Zapatero, entre otras cosas, algunas de grueso calibre, como que está conduciendo a las instituciones democráticas del Estado al terreno que quieren los terroristas; que basta una falsa huelga de hambre de un preso (en referencia a la que ha mantenido el terrorista condenado por 25 asesinatos Iñaki de Juana Chaos); una rueda de prensa de algún dirigente de Batasuna o siete tiros al aire de unos encapuchados en una campa para que el Gobierno ceda a las pretensiones de los violentos; que la policía, el Código Penal y la fiscalía están en tregua; que Batasuna está "legalizada de facto" porque da ruedas de prensa; que se avisa a los terroristas de las actuaciones policiales, etcétera. Pero el reproche más duro llegó cuando el portavoz del PP acusó al presidente del Gobierno de tener desde el año 2002 una estrategia de contactos con Batasuna mientras ETA asesinaba al socialista Joseba Pagazaurtundua.

La andanada fue tan violenta que el presidente Rodríguez Zapatero se convenció ayer de que el PP no va a variar su rumbo, no va a reflexionar, como le pidió, ni va a cambiar de estrategia hasta después de las próximas elecciones generales, previstas para dentro de dos años. Está claro que el PP ha decidido uncirse a la idea, como repitió por la tarde en el Congreso Mariano Rajoy, que el Estado se está rindiendo ante los terroristas y nadie le va a sacar de ahí aunque su desaforada oposición al proceso de pacificación --una vez olvidada la tibieza inicial tras el anuncio de alto el fuego hace más de seis meses-- amenace con dar al traste con una experiencia que han intentado todos los gobiernos democráticos, incluido el de José María Aznar.

¿Qué más tiene que ocurrir para que el PP sea consciente de su soledad política en el Parlamento español Cuando se habla de que ETA puede estar preparando el anuncio de que el alto el fuego es irreversible, se recrudece la ofensiva del PP contra el proceso. Y eso que el Gobierno del PSOE no ha llegado ni a poner en marcha ninguna de las medidas penitenciarias --excarcelaciones, acercamiento de presos, entre otras-- que autorizó Aznar en la tregua de 1998. Desolador.