THtojeando uno de los suplementos que este periódico publica los fines de semana leo un pequeño informe que, en referencia a un estudio de la universidad francesa Joseph Fourier de Grenoble , concluye como dato revelador que "la ganadería caprina podría haber jugado un importante papel en el comienzo y difusión del mundo agrícola".

Esta noticia es sin duda un poco de aliento a la asfixia que sufre el sector, para poner en valor una de las figuras más significativas del medio rural, el cabrero, un oficio antaño singular y ahora en peligro de extinción, que no encuentra el estímulo suficiente para poder posicionarse en la sociedad rural como lo que es, un dignísimo oficio y una fuente inagotable de sabiduría para quienes tienen la oportunidad de escuchar y compartir con estos personajes un rato de su vida.

La estrecha relación que existe entre la ganadería caprina extensiva y los ecosistemas en los que se desarrolla ha posibilitado la existencia de paisajes y paisanajes muy definidos, en algunos casos, dotados de un profundo valor añadido, yo diría casi endémico, lo que les hace aún más fuertes. El patrimonio etnográfico, arquitectónico, culinario y de otras muchas índoles, que se cobija en la figura del cabrero y de su entorno, merece ser tenido en cuenta y necesita del estímulo adecuado para su conservación. Todavía estamos a tiempo de mantener esta forma de vida y de cultura, y para ello se hace preciso impulsar programas de apoyo a la ganadería extensiva con razas autóctonas, especialmente en zonas de montaña, la creación de escuelas de cabreros, la dignificación social e institucional de la profesión y la protección de los productos apostando por la calidad. felipe.sanchez.barbaextremadura.es

*Técnico en Desarrollo Rural