Creo que se va haciendo necesario reinventar las relaciones entre ciudadanía y política, o sea, entre ciudadanos y políticos. A nadie se le oculta que no pasan por su mejor momento. Todas las encuestas en España destacan la escasa valoración de la política como profesión --quizás el error esté ahí, en considerarlo una profesión-- y de los políticos como profesionales. Y esta evidencia necesita de algunas reflexiones. En algo hemos fallado un poco todos cuando los ciudadanos nos creen necesarios, y por eso votan y por eso apoyan o cuestionan, pero no valoran la dedicación a la política. Sería presuntuoso por mi parte creer que tengo la solución. Pero sí estoy convencido de que tenemos que hacer un esfuerzo por cambiar algunas cosas.

Entre ellas las formas de afrontar los procesos electorales. Nos hemos acostumbrado a pensar que los ciudadanos nos valoran en función de quienes creen ellos que más les va a ofrecer. Se trataría, por tanto, de ciudadanos preparados para valorar quién les da más. Creo que la Extremadura de hoy, por todo lo hecho hasta ahora, está en condiciones de saber, de valorar y de querer otras muchas cosas. Por ejemplo, quienes piensan que yo, ciudadano extremeño, estoy ya en condiciones de valorar la importancia de lo que me puedan dar, siempre que se entienda que tengo un sitio desde donde poder ofrecer para sentirme parte de lo que ya soy.

Se trata de intentar construir un discurso nuevo, porque ahora podemos y debemos hacerlo, basado en el reconocimiento de los derechos, pero también de los deberes como la manera idónea de estar mejor, pero también de ser mejores.

EN ESTE contexto planteo cada día en los actos a los que asisto algunos sencillos ejemplos de lo que entiendo que deben ser las nuevas formas y los programas electorales en el futuro próximo. Espacios donde les prometamos, y también los comprometamos, donde les entendamos y, sobre todo, que nos entiendan.

No son grandes medidas electorales, que llegarán, son, simplemente, la política de las pequeñas cosas, de los pequeños detalles, la política con rostro humano.

Ejemplo. Joven extremeño de 18 años. Te quieres sacar el carnet de conducir. Es caro, lo sé. Es un palo para tus padres. Lo sé. Te voy a ayudar. Te vamos a ayudar. Pero para confiar yo en ti, tú tienes que confiar en mí y también en ti. La ayuda que propongo no es un regalo, es un préstamo. Cuando trabajes, nos lo devuelves --a la Junta--, ¿vale? Pero puede ser que cuando tengas 25 o 30 años lo vengas a devolver y te digamos que ya no es necesario, que ya se lo has devuelto a la sociedad. Y tú dirás que no es verdad, que no lo has devuelto todavía. Y yo te diré que sí. Que cada año que pasaba sin cometer infracciones por conducir a velocidad más alta de la permitida lo estabas devolviendo, y también cuando nunca te pillaron conduciendo después de haber consumido alcohol porque no lo hiciste nunca.Quiero que sepas que tu vida es lo más importante para tí, para tus padres y también para todos.

Es muy fácil, no lo devolviste en dinero pero sí en deberes cívicos, contribuyendo a construir una sociedad mejor. Derecho a una ayuda, deber de ayudar a una convivencia más justa. Nosotros te ayudamos a ti y tú nos ayudas a todos. Fin del ejemplo.

Se trata tan sólo de ir creando una nueva complicidad entre los ciudadanos y los políticos. Y de pensar que el futuro no está escrito. Lo escribimos nosotros, todos nosotros, todos los extremeños, cada día, con lo que damos y lo que recibimos.

*Consejero de Sanidad y Consumoy candidato por el PSOE a la Presidencia de la Junta de Extremadura