XPxara no inducir a sospechas infundadas, me confieso de creencias cristianas y educada en la fe católica, pero ello no impide, sino al contrario me faculta para tratar de estos asuntos.

Aquello que a continuación abordaré someramente, son puntos de desencuentro perfectos para realizar posicionamientos legítimos y necesarios. Los planteamientos de la jerarquía eclesiástica, ¡no tienen por qué coincidir con los de un determinado gobierno!

Aquí quiero detenerme para poner de manifiesto que curiosamente no observé esa confrontación, entre los máximos responsables de la Iglesia católica de este país y el gobierno del PP a propósito del apoyo a la guerra de Irak. Será eso, que no estaba lo suficientemente centrada en la actualidad de entonces. No son cuestiones pacíficas, ni rotundas. Dependen del grado de frialdad, o de adrenalina, con el que sean analizadas.

Detengámonos en la investigación con embriones, y sólo pregunto: ¿qué padres se opondrían a la iniciación de una investigación, que supusiera la única esperanza para salvar la vida de un hijo? De nuevo formulo entre interrogantes otra cuestión. ¿Qué católico no admitiría, acogerse al denominado divorcio exprés, cuando realmente su relación de pareja se encuentra en el abismo, y la semi ruptura de antaño, no era sino una llama de fuego que perjudicaba un desamor ya consolidado? Creo que la pareja que decide tomar una decisión tan trascendente, lo único que desea es que los fantasmas comiencen su andadura huyendo del castillo deshabitado, y si el amor de nuevo aparece en sus vidas, separación o divorcio expres, llamémosle H, no impedirán nunca que se reanude una relación, si ésta se encuentra lista para ser precocinada. Respecto del uso del preservativo, utilizaré una exclusiva pregunta, bastante infantil por cierto, ¡que levante la mano el católico que no utiliza este método para planificar el concepto de familia, o si por el contrario esos hijos tan perfectamente escalonados en el tiempo son producto del tradicional ojino .

La elección de una muerte digna estremece, ¡y de qué manera! Todo lo relacionado con la muerte por oscura y desconocida, no es ninguna opción, y moriremos... pero en contra de nuestra voluntad. Pero irremediablemente, el tiempo, con su mejor aliado el reloj, nos acaba dando caza. Y en el mundo de las probabilidades está el que la caza, no sea igual para todos. Puede ser que se torne en lenta, dolorosa, y su sombra suponga una agonía sin límites. En esos casos, únicamente me permito decir: ¿En el uso de nuestras plenas facultades mentales, elegiríamos ser protagonistas de una muerte aterradoramente anunciada, o libremente podríamos decidir el final pacífico de nuestra lucha vital y culminar en los brazos de la inexistencia, recorriendo un camino, un poco más corto y menos doloroso?

Respecto a la homosexualidad y lesbianismo, considero que las inclinaciones que cada uno tenga en la vida pertenecen en exclusividad a los que las sientan como propias, y si habida cuenta estas uniones matrimoniales, jamás serán eclesiásticas, quizás deberíamos prepararnos, para por si acaso en nuestra vidas se presenta una situación familiar de esta característica, se acogiera con normalidad esa preferencia , desterrándose formas inquisitorias que hagan imposible el desarrollo de las personas en sociedad.

Sinceramente y para concluir, como cristiana y católica, me quedo con los valores que en la mejor enseñanza cristiana se reflejan, partiendo del puro y claro, que no sencillo mensaje de Cristo, que creo va mucho más allá de las cuestiones que he tratado. Sólo uno es lo suficiente denso para poder valorar si nuestro compromiso con la fe es lo suficientemente sólido: Amar a los demás como a nosotros mismos. Demasiado fuerte, ¿verdad? y... ¡casi de imposible cumplimiento! Pero lo cierto es que la educación de nuestros menores, comienza por asentar de forma inquebrantable aquello que sí quedó muy claro en el texto bíblico, y que nuestra memoria frágil y perdida hace que no recordemos ¡qué fatalidad! A saber: generosidad, justicia, igualdad...

Si en torno a ello, los católicos que tan de pro nos consideramos, aunáramos la energía que desperdiciamos en la crispación diaria, intentáramos no centrar nuestros problemas en estas formas sociales que tanto preocupan, e invirtiéramos esfuerzo en practicar la esencia de estos valores... ¡otro gallo, como al del Pedro , nos cantaría! Para comenzar más de uno se plantearía que es mayor horror a sus ojos: la defensa de las guerras sin sentido, la aniquilación del ser humano bajo la única bandera del dinero, o estos debates que parecen trasladarnos a la sociedad, desde ciertos sectores del mundo mediático, para enfurecer todavía más nuestras maltrechas conciencias.

¡Oh, mon Dieu!, ¡oh Dios mío! Qué católicos de pro, mejor perdónanos porque no sabemos lo que hacemos.

*Abogada