El aggiornamento de la Iglesia católica emprendido por el papa Francisco tiene a la estructura eclesiástica en un ay (póngase entre signos de admiración, si se quiere, para mayor aflicción) y al establishment de los no creyentes en un oh (hágase lo mismo, si para mayor alegría o asombro). Así, el último ay eclesiástico parece haber sido la despenalización del aborto, que el papa habrá decretado con el fin de ganar adeptos para la causa católica, sin duda, pero que supone un alivio para la mujer que reza y aborta, así como para el médico que es católico y abortista practicante.

El caso es que por gestos como este es por lo que se le acusa de parecer más preocupado por captar gentiles que por conservar fieles. Quizá. Pero si a cada ay religioso le corresponde un oh laico, como el oh de los homosexuales cuando el papa se preguntó «¿quién soy yo para juzgar?» o el oh de los divorciados cuando los libró de la excomunión, o incluso el oh de los curas casados cuando puso fin al celibato obligatorio, a cada oh religioso le corresponde también un ay laico, como ha ocurrido con la prohibición de esparcir o guardar las cenizas de los difuntos, por ejemplo. Y es que una cosa es el perdón de los pecados y otra perder fieles.

Dicho de otro modo, el papa Francisco puede ser cualquier cosa menos tonto. Lo prueba el oh más ateo, el más reciente, que naturalmente habrá llegado precedido de su correspondiente ay --en este caso, un ay más político que religioso--, cuando el papa ha convocado a los alcaldes del cambio, de Manuela Carmena a Ada Colau, entre otros, es decir, los alcaldes de Podemos y sus confluencias, con el fin de organizar corredores humanitarios para la acogida de refugiados. La cita era en el Vaticano, pero el papa, ay, no ha acudido a la cita. Ni ha dado explicaciones.

El oh de esos alcaldes no puede haber sido de asombro ni de alegría, sino de decepción. ¿Es que al Papa no le preocupan los refugiados? Precisamente porque le preocupan demasiado, más allá de la política, no ha consentido la foto política. Francisco es un papa popular, sin duda, pero no populista. Qué decepción.

* Funcionario