Anoche tuve un sueño. A veces suelo tener sueños premonitorios, por eso, al despertar, me invadió un gran desasosiego.

En cualquier sueño se entremezclan imágenes, lugares, personas, tiempos y espacios que solo son posibles en el subconsciente cuando pasamos del estado de vigilia y consciencia, a ese otro estado onírico dominado por nuestro subconsciente.

En mi sueño iba paseando por nuestra bella capital cacereña. Su plaza Mayor remodelada estaba llena de vida, con grupos de adolescentes que charlaban animadamente, algunas parejas se intercambiaban caricias; se oían risas de niños que jugaban confiados, conversaciones de madres y padres, gentes que iban y venían. Emanaba vida.

Soñé que Cáceres, como Capital Cultural, era visitada por millares de personas de todo el mundo y, como consecuencia de ese boom turístico, no había paro, las industrias florecían; en la parte antigua proliferaban guías turísticos que mostraban la belleza de sus monumentos.

De pronto, el cielo se tiñó de un manto rojo y resplandeciente y se vio una gigantesca seta que lo nubló todo. Los palacios con sus torres altivas, eran ahora un manojo de escombros. El arco de la Estrella era una montaña de piedras. Se oían alaridos de pánico y dolor. Una imprudente mano lanzó las bombas. Se cumplió la profecía de que el germen de la 3 guerra mundial vendría de Oriente.

Confiemos en que el Consejo de Seguridad de la ONU y la UE sean capaces de convencer al dirigente iraní Ahmadineyad y renuncie a continuar con el programa nuclear; que se puedan frenar los delirios de grandeza de Kim Jong-il en Corea del Norte con sus ensayos nucleares y lanzamiento de misiles; que se abstengan de desafiar al mundo con estos tipos de juegos nucleares que amenazan la paz mundial; que los experimentos, con gaseosa. Que se lo digan a los japoneses que están expectantes y temerosos de otro Hiroshima y Nagasaki. Estamos a tiempo de disuadir a estos irresponsables. Espero que nunca se cumpla la segunda parte de mi sueño.