TPtresumo que es una expresión que por desgracia cotizará al alza en los venideros tiempos de cólera y apatía política. Migajas dialécticas para un paladar requemado de promesas. Esa palabra fallida y devastada en tanta boca ajena y añeja. Devoro con pasión estos días un manual que deberían tener en su mesita de noche los líderes que aspiren a seguir en el tabernáculo la próxima legislatura. "Seducción", me guardo el nombre del autor, que investiguen los asesores de sus señorías, que para eso se les paga.

Yo acabo de terminar de leerlo y me da en la nariz que igual Monago sí ha caído en la tentación de tan magistral documento y ha engullido, en las pocas horas libres que le deja el mando, algunas perlas, para el largo camino que le auguran los nigromantes de las encuestas. "Seducción" es de lectura obligada, pero lo es aún más, otra gran obra del mismo autor que lleva agotada meses en las estanterías de todas las librerías: "Las 48 leyes del poder".

Un texto definitivo que también sugiero a Monago de cara a la batalla final, si es que no reposa ya en su mesa de despacho. Pudiera ser que con tanta capacidad de seducción, este otro manual definido como "el arte del engaño" no le haga demasiada falta para alimentar su itinerario intelectual. Igual a otros... sí.

XPOR OTRA PARTE,x es comprensible que después de todo un día sepultado entre papeles, normativa jurídica, decretos, mociones y emociones, a un político le fallen las energías para tomar entre las manos un buen tocho y pasar la noche en vela leyendo, nutriendo de seda las neuronas, dando alas al pensamiento entumecido... Menuda gozada, pasar la noche entera en ese territorio de placer que es la lectura, la exploración de nuestras propias limitaciones, el inabarcable mundo que circunda justo delante de nuestras narices. Un ejercicio insuperable de humildad, pues se convierte en el reconocimiento insoslayable de la propia pequeñez.

Como les decía, yo estoy preparando el camino de cara al futuro imperfecto que se dibuja en la esquina de enfrente. Me he atrincherado con algunos de los grandes como Hannah Arendt , esa filósofa gigante, que defendió el concepto de pluralismo en el ámbito político, y transitó por la vida iluminada por los destellos de Albert Camus . Ambos provocaron fascinación e irritación al mismo tiempo. Como la vida, unos días, fastuosa, otros ignominiosa...

Leer en el silencio inquietante de la noche, es la única medicina posible contra la molicie que se acumula por toneladas en las calles. La circunspección, revela cosas importantes. Nos invita a reaccionar contra el engaño. Se habrán dado cuenta de que los políticos no leen pero escriben libros. El último en salir al escaparate ha sido Aznar , pero también lo hicieron Gónzalez , Bono , Zapatero , Revilla , y así hasta que Vara nos brinde su cuaderno en formato libro. No es mi consejo que lean a estos señores, yo les hablo de grandes pensadores, de sabios y eruditos que abominan del sectarismo, de la nano-política y el autobombo.

Yo les hablo de escritores de verdad, como el autor de "Las 48 leyes del poder"; un libro que sugiere con mucha sutileza, que si "conseguimos que nuestros jefes, parezcan más brillantes de lo que son, llegaremos a la cima del poder". Ojito los asesores. Y ojito ahora con éste, según el susodicho, la reputación es la piedra angular del poder. Bien, pues tomen nota PP y PSOE y hagan de esta ley, el núcleo de sus respectivos programas electorales. "Sólo a través de la reputación se puede intimidar y ganar; una vez que se pierde, sin embargo, uno se vuelve vulnerable y blanco de ataques por todos lados. Hay que estar alerta ante la posibilidad de una ofensiva para defenderse antes de que ocurra. Mientras, hay que saber destruir al enemigo minando su propia reputación. Luego, hay que tomar distancia y dejar que la opinión pública les lleve a la horca".

Mi preferida es esta otra y... ojito que es verdad de la buena: "No hay que fiarse de los amigos, le traicionan a uno con mayor rapidez y se convierten en unos mimados tiránicos. Si se contrata a un antiguo enemigo será más leal que un amigo, porque tiene más que demostrar. De hecho, hay mucho más que temer de los amigos que de los enemigos. Si no se tienen enemigos, hay que encontrar la forma de granjeárselos". Lean y verán qué divertido.