Me he cansado de la política, sí, lo reconozco, pero es que también me he cansado de la economía, y de la educación, y de los debates teledirigidos sobre corrupción, me he cansado de la crisis y de Google, de los hombres del tiempo y de Sara Carbonero . Me he cansado de los emprendedores y los gurús del marketing que parecen tener soluciones para todo desde sus escondites en la red, me he cansado de mandar CV a las empresas fantasmas que nunca contestan ni te dan las gracias por el esfuerzo; me he cansado de la gastronomía y los "súper chefs" que están hasta en la sopa, de las miles de marujillas que a todas horas nos enseñan sus recetas subiendo vídeos como posesas a YoyTube, me he cansado de los periodistas en paro que se han convertido en personal shopper de cualquier cosa, y también me he cansado de hacer el indio cada mañana pensando que todo mi cansancio acabará algún día...

Algún día... pero de momento hoy me he vuelto a levantar cansada. Cansada de abrir la nevera heladora y ver las mismas tristes bolsas de lechuga y los yogures preactivos que por cierto... debe ser lo único en movimiento a mi alrededor. Cansada de ocultar las emociones cuando se me acercan a pedir dinero, me encantaría decirles que yo quisiera ofrecer unas monedas pero que las estoy pasando tan canutas como ellos, me encantaría brindarles al menos un poema de urgencia, un guiño de complicidad-pero nada, en su lugar agacho la cabeza y aligero el paso. Cansada de tantas esquinas ocupadas y tanto bazar chino, de tanto plástico y tanto afán por lo efímero.

Me he vuelto a la cama cansada de tanto cansancio. Algún día pasará este pertinaz cansancio. Mientras tanto camino cansada de ver gente cansada a todas horas, sentada en los parques para ser estatua y dejar por unas horas de ser circunstancia o manojo de pesares. Camino junto al cansancio de otros que me miran para ver si yo también estoy cansada... Sí, mucho, cansada de ver lo carísimas que están las cerezas y las hermosas brevas en forma de gota de agua gigante que observo en el escaparate de cualquier tienda gourmet diciéndome a la cara que nunca serán para mí. Me relamo con sólo mirarlas y ellas desafiantes contemplan mi cansancio y mi voraz apetito de ellas.

XCANSADAx por la saturación de gente que solicita mi amistad en Facebook sin conocer qué piensas de la vida en general o si escondes en tu armario un asesino en serie. Cansada de llevar a casa todos los domingos hasta cinco periódicos con su correspondiente suplemento dominical y al final no tener tiempo para leerlos todos toditos completos, me faltan horas y me canso porque llego estresada a la madrugada del lunes sin haber hecho los deberes y arrastrando la resaca de algún sábado que otro en vela.

Espero no haberle cansado en exceso a usted estimado lector, que a esta hora del domingo seguramente se ha levantado cansado pero ha tomado impulso para acercarse a comprar tan a gusto su Periódico Extremadura y leer mi columna refrescante a ver si así le saco de su fatiga. Pues va a ser que no, que hoy no, vaya... que le he cogido gustillo a mi cansancio y voy a retozar sobre él.

Podría estar cansada de muchas más cosas, por ejemplo de que cada verano se celebre un festival folclórico en cada pueblo, o de la proliferación de entendidos en vino y jamón de pata negra que afloran a diestro y siniestro. Cansada de los amigos que llevan una semana hablándote de su periplo vacacional y a la vuelta, en septiembre harán lo mismo pero en sesión fotográfica. No lo hagan ¡por lo que más quieran!

Cansada porque no he vuelto a tener un sueño maravilloso en el que volaba libre y feliz como una perdiz, debe ser la crisis que también se ha colado en mis sueños. ¡Intrusa! Cansada de beber los vientos por él... mi sueño que nunca más volvió y aquí sigo... cansada de tanto esperar. Cansada de coleccionar los días como quien colecciona dedales, cajitas vacías o sellos que no viajan en cartas. Ese cansancio por supuesto de una misma y de los que dejaron morir en la cuneta las flores de la primavera. Cansancio de tanta gente asustada por el futuro y tanto silencio como respuesta en el horizonte.

Cansada ya de escribir este artículo que nació cansado o tal vez no tanto. Nació y ese es el milagro, que aún sin energías, sin tono muscular y sin aliento, mi artículo se ha materializado, se ha ido construyendo de la nada, del puro cansancio de no ser- ha llegado hasta aquí arrastrando las palabras con todo el peso de los adjetivos, cansado sí, como la autora, pero cumplidor y fiel a su cita.

Estamos cansados, somos dos que caminamos juntos y llevamos el ritmo a un tiempo, mi artículo y yo somos la unión perfecta en la madrugada cuando acuden a la mente y a la nuca todos los cansancios del mundo. Nos tenemos el uno al otro y así vamos convirtiendo el cansancio en vigor, en oleaje salvaje hasta que sucede lo inevitable, desembocamos justo en el mar en forma de ola feliz.

*La autora es periodista