TEtl abuelo de mi amigo Carlitos García escribía sus novelas en una máquina de escribir Olivetti que se compró de segunda mano hace más de cuarenta años. Cuando el veterano escritor cumplió ochenta años, mi amigo Carlitos le regaló un ordenador para que probara y aprovechara las ventajas del procesador de textos Word. Una semana tardó el octogenario narrador en aprender los entresijos del complicado artefacto y las peculiaridades del procesador, y en verdad quedó maravillado de las facilidades para escribir que el aparatito generosamente le ofrecía, pero por otro lado, esa modernidad tecnológica le resultaba tan artificiosa como insustancial, porque el hombre estaba demasiado acostumbrado a ver y escuchar los brazos de los caracteres de su Olivetti golpear el papel; y a empujar con su mano izquierda el carro de la máquina para que éste se deslizara hacia la derecha y provocara el salto de página. Notaba que esa escritura tan intangible que le proporcionaba el ordenador entorpecía su inspiración. Así pues, el viejo romántico desechó el silencioso procesador de textos y volvió a la metálica algarabía de su máquina Olivetti . Pero mi amigo Carlitos, aun entendiendo la determinación de su abuelo, no quedó satisfecho y como es un genio de la informática, comenzó a estudiar la forma de adaptar la vieja Olivetti al ordenador, de manera que su abuelo pudiera seguir escribiendo a la vieja usanza y a la vez aprovechar las bonanzas de la nueva tecnología. Y lo consiguió. Instaló en los caracteres de la máquina unos sensores especiales, de manera que cuando los símbolos de hierro tocaban el papel también quedaban reflejados con las mismas características en el monitor; y lo mismo hizo con el carro, éste al ser empujado indicaba en la pantalla el salto de línea.

Así nació la Olivettiword , el ordenador del que se sirven los viejos escritores que un día cambiaron la pluma por el bolígrafo y el bolígrafo por la máquina de escribir, pero no están dispuestos a ir más allá. El caso es que mi amigo Carlitos decidió patentar su invento y algunos magnates informáticos le ofrecen una pasta por él.

Sin embargo, la semana pasada mi buen amigo Teodoro --Delgado de apellido y gordo de corazón-- me invitó al SIMO, la feria de informática que se celebra todos los años en Madrid, y allí se mostraban todo tipo de innovaciones tecnológicas, pero no vi por ninguna parte la Olivettiword , ¡qué raro!

*Pintor