Seguro que les ha pasado alguna vez. De repente, van por la calle y ven algo extraño. Eso que les llama la atención y que, al principio, no saben bien por qué. Luego, siguen el paso y casi olvidan lo que han visto y vuelven a pensar en lo que les ocupa a diario y que tienen que resolver. Ese mecanismo mental que les detallo parece haberse trasladado a nuestra vida cotidiana cuando escuchamos la cascada de mensajes que nos lanzan nuestros políticos ahora que ha comenzado la campaña electoral: ¿habrá dicho realmente eso acerca de lo corrupto que es su rival? ¿Será real esa promesa de subir las pensiones? Como eslóganes que son para captar el voto, esos mensajes van desapareciendo de nuestra mente a medida que avanzan los días, como si fueran solapándose en un ejercicio palpable de que nuestra mente a veces no puede más. No es capaz de retener el sinfín de palabras, el ruido en definitiva, que llena las cabezas y nos hace olvidar lo inservible.

Les recomiendo que hagan un ejercicio muy saludable para su limpieza mental: ¿qué noticia recuerdan de entre las que leyeron, escucharon o vieron durante la semana pasada? ¿Realmente retuvieron lo que estaban registrando en ese momento en su mente? ¿Y ya lo han olvidado? Estoy casi convencido de que a muchos de ustedes les costaría hacerlo. Precisamente por eso, por la saturación y lo sencillo que le resulta al cuerpo humano poner tierra de por medio ante lo que no le interesa. Igual que esas imágenes que nos topamos por la calle y que nos llaman la atención y que, finalmente, no son otra cosa que puro olvido. Les pondría mil ejemplos de todo lo que he dejado atrás pero, para eso, necesito hacer limpieza, Ojalá, igual que los discos duros del ordenador, pudiéramos formatear nuestra mente de todo lo que nos sobra. Llegan días de saturación. Preparánse para olvidar.