El triunfo del PP (y habrá que decir que pese a quien pese y, aún más, a pesar de todo) tiene su explicación escolástica, su argumento ontológico, ya que tantos millones de votantes no pueden estar equivocados, como decía San Anselmo de la existencia de Dios, el cual no tenía más remedio que existir porque tantos creyentes no podían estar equivocados. Razonable, aunque irracional.

El triunfo podrá atribuirse a lo que se quiera, sea a la movilización de cierto electorado --anciano, dicen-- o a la política del miedo, que, de existir, es la única que no oculta que los votantes son tontos, convencida de que se les puede asustar y, peor, de que se asustan. Un triunfo incontestable, en todo caso, responsabilidad de esos casi ocho millones de creyentes.

El argumento ontológico sirve para explicar también la inexistencia del sorpasso , es decir, la evidencia de que Unidos Podemos ha perdido casi un millón de votantes. Bien por la abstención --que solo iba a perjudicar al PSOE y a Ciudadanos si era mayor del 30%, y lo ha sido del 30,2--, bien por la incorporación de IU a Podemos, el caso es que casi un millón de votantes de Podemos ha decidido no votar a Podemos. Y, ciertamente, casi un millón de votantes tampoco puede estar equivocado. Y menos si son sus votantes. Insospechable, pero sospechoso. Es la diferencia entre los votantes que votan a un partido por ancianos o por asustados y los votantes de un partido que no votan a su partido. Para todo hay una explicación, sin embargo. Y si la de Podemos es que han perdido porque iban a ganar, la del PP podría ser que han ganado porque iban a perder. Escolástica pura. Anselmo de Canterbury o Tomás de Aquino no habrían encontrado una causa que justifique lo ocurrido en las elecciones del 26-J.

Únicamente el periodista Miguel Ángel Aguilar , y tal que así: "España tiene corrupción, pero no es un país corrupto". Más que argumento ontológico, por tanto, para lo ocurrido en el PP y en la coalición Unidos Podemos solo hay un adjetivo: antológico. Y, por supuesto, pese a quien pese y, sobre todo, a pesar de.