La voluntad de Gas Natural de controlar Iberdrola es una operación de gran calado económico, porque su éxito o su fracaso determinará el mapa energético español de los próximos años, al concurrir la influencia de los dos grandes poderes que pueden alumbrar o abortar ese nuevo intento de concentración: los políticos y los bancos. Si prospera la OPA de la gasista sobre la eléctrica, obligará a pronunciarse al Gobierno en aspectos tan elementales como el de evitar la posición dominante en el suministro de un servicio básico. Tras la fallida fusión de Iberdrola y Endesa, hace dos años, los protagonistas apenas han cambiado; Repsol, La Caixa y el BBVA siguen siendo los accionistas determinantes para estas operaciones estratégicas.

Prestar atención a nombres y sedes de los protagonistas de estas operaciones financieras tiene explicación. Pero también está claro que el Gobierno del PP diseñó unas privatizaciones con truco, porque sin su aquiescencia final no hay OPA que valga en la bolsa española. Gas Natural dice que pretende mayor eficiencia en el sector energético. Es lo que exigen los consumidores. Pero no está claro que se vaya a cumplir.