La operación puerto en este país ha supuesto todo un ejercicio de sinceridad, en relación a lo que de nosotros se decía fuera de nuestras fronteras, en el marco de la lucha contra el dopaje, que no teníamos una legislación que penalmente castigara los distintos tipos delictivos contra el dopaje. Esta legislación ya se modificó hace unos años, por supuesto, posteriormente a los hechos que han sido juzgados en la denominada operación puerto. De ahí que el fallo de la sentencia, al respecto, sólo lo haya sido por el delito contra la salud pública.

No podía ser de otra manera, en nuestro país, la criminilización de las prácticas del dopaje ha sido relativamente reciente, frente al derecho comparado de países de nuestro entorno como Francia, Italia o Alemania, entre otros. Una puede entender la situación de perplejo producida por este tipo de sentencias, pero la realidad, a pesar de los medios de comunicación y de las autoridades deportivas de este país es la que es; y, como siempre, llegamos un poco tarde a resolver cuestiones que en otros países están más que superadas.

Pero lo grave de todo esto, con ser ya grave de por sí, esa especie de sensación de impunidad en la que algunos parecen haberse movido, lo constituye el hecho del retraso de la justicia de nuestro país, respecto a un tema que entraña unas consecuencias deportivas, en medio de la carrera olímpica en la que nos encontramos. Y que requerirá de muchas explicaciones, casi pedagógicas, a las instancias deportivas internacionales, entre ellas, al Comité Olímpico Internacional para hacerles entender que lo juzgado ha correspondido a hechos lejanos en el tiempo, que no han podido ser tipificados como algunos creían, porque la legislación aplicable era otra, y que en la actual legislación penal hoy constituirían delitos contra el dopaje.

XHAYx otra sensación en la opinión pública, que tiene mucho que ver con las expectativas creadas y con los hechos que, desde los medios de comunicación, se narraban y que lo constituye el efecto de la culpabilidad mediática; que, como ha sido el caso, aquello que parecía tan terrible se ha saldado con una sentencia de escasas condenas. Se dice que este sistema nuestro es demasiado garantista, y en la cárcel solo ingresa al pobre que pillan y porque es tonto.

Dando siempre la sensación de que la justicia no es igual para todos, sólo para algunos privilegiados. Sin estar conforme con esta aseveración lo que sí una debe mostrar es su profunda decepción respecto a la sensación si se podría haber hecho algo más, desde el punto de vista de la instrucción y de la investigación policial. Claves para poder poner sobre la mesa del juzgador todos los hechos capaces de darle instrumentos para el fallo posterior por parte, en este caso, de la juez.

Esta sentencia, por lo que están publicando los medios de otros países puede jugar un papel a la contra en nuestra carrera olímpica, especialmente, en un tema como el dopaje en el que este país ha tenido una mala imagen, casi diría, de cierta impunidad. De ahí, que, al margen, de recursos y de reproches de todo tipo hacia los protagonistas de esta operación tramposa contra la buena praxis en el deporte, se tenga que llevar a cabo un movilización por parte de nuestros representantes de la candidatura olímpica para poner en su sitio este desgraciado suceso. Y es y debe ser fundamental circunscribir esta realidad a hechos ya pasados, con una legislación punitiva que ha cambiado radicalmente. Esto es, con la legislación actual, respecto de hechos iguales acaecidos ahora, la sentencia, sin querer prejuzgar, hubiera sido otra totalmente distinta.

Añadiendo, lo de siempre, que la justicia en nuestro país es tan lenta, que sus resultados gustándonos o no, pueden estar fuera de lugar. Y es que a veces la judicialización de los hechos del deporte, en el marco de una legislación no específica, no siempre juega a favor del principio de la celeridad de juzgamiento que el mundo del deporte demanda. Aunque en este caso sigue siendo escandaloso esa especie de tráfico de bolsas de sangres y tejes manejes en la que se han visto envueltos especialistas médicos, por la sensación de juego sucio y de detrimento de la salud del deportista respecto de los hechos que se narraban en torno a esta operación antidopaje.