Estos últimos años han constituido un periodo muy difícil en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Durante este tiempo de vacas flacas, los problemas se quedaban sin solucionar y, lo que es peor aún, la confianza mutua cayó en barrena.

La visita del presidente Barack Obama a Rusia ha sido un primer paso hacia una salida del bloqueo existente en nuestras relaciones. Durante el periodo previo a la visita, muchos expertos norteamericanos afirmaron que las relaciones con Rusia estaban muy alejadas de la lista de grandes prioridades de la Administración de EEUU. Aquí, algunos han llegado tan lejos como afirmar que "la guerra fría es buena para Rusia" Contra este telón de fondo, el mero hecho de que se realizara la visita ya puede considerarse un éxito.

Sería ilusorio esperar grandes resultados tras largos años de relaciones en un callejón sin salida. Con todo, sería un error infravalorar lo que se logró, tanto en el tramo de preparativos como durante la visita. Estos primeros pasos son muy significativos.

Incluyen un acuerdo sobre un marco para el futuro tratado sobre la reducción de armamento ofensivo estratégico. En este contexto, la reafirmación de la interrelación entre dichas armas y la defensa con misiles fue un logro notable. Aceptándolo, la Administración Obama mandó un aviso importante. Se alcanzó un acuerdo para retomar contactos de ejército a ejército entre Rusia y EEUU, que podría significar una importante contribución hacia la reconstrucción de la confianza mutua.

Sobre estos temas, EEUU dio señales de una actitud más realista. Por su parte, Rusia dio un importante paso al acceder al tránsito por su territorio de material bélico de EEUU camino de Afganistán.

Estos primeros acuerdos son importantes, pero no menos relevantes fueron algunas afirmaciones realizadas por los líderes de ambas naciones durante la visita. Obama dijo que EEUU no intentará solucionar problemas de prioridad unilateralmente, como la lucha contra el extremismo violento y la prevención del crecimiento de las armas nucleares. En su discurso de apertura afirmó que EEUU quería trabajar con Rusia en terceros países, así como de forma bilateral. Aquí se valoró este punto, porque existe gran desconfianza mutua que aún perdura sobre las intenciones de ambos países, sobre todo en lo que se ha venido en llamar "el espacio postsoviético" Cambiar dichas actitudes no será fácil, pero hay que empezar por algún lugar.

Un tema al que EEUU y Rusia podrían dedicar tiempo conjunto sería el de un útil diálogo sobre las relaciones en Europa. Algo que ayudaría a desarrollar la idea, sugerida por el presidente Dmitri Medvédev , de un nuevo tratado paneuropeo de seguridad. Ciertamente, la estructura de seguridad en Europa solo podrá diseñarse si ambas naciones se cuentan entre sus arquitectos. Por tanto, un diálogo serio sobre el tema está indicado. Como parte de su visita a Moscú, Obama hizo un esfuerzo especial por llegar a una amplia muestra representativa de la sociedad rusa. Demostró capacidad de escucha y buscó persuadir a su audiencia sobre el hecho de que las dos naciones han compartido intereses y valores compatibles. Confío en que los contactos del presidente con el público ruso contribuirán a una mejor comprensión del entorno en el que nuestro país hace su transición hacia la democracia.

En resumen: existe una atmósfera más favorable entre EEUU y Rusia, así como algunos resultados iniciales a partir de este primer encuentro. Como suele decirse: un buen principio es casi la mitad de lo que se pretende. Pero sé por experiencia lo difícil que la otra mitad puede resultar.

Llega por tanto ahora la parte más dura: consolidar ese nuevo ambiente siguiendo de cerca todas las áreas de relaciones mutuas. El éxito debe ser el trabajo de ambos lados. Es alentador que los dos presidentes vayan a encabezar una comisión conjunta para orientar y supervisar dicho trabajo.

El nuevo curso en las relaciones ruso-norteamericanas topará con resistencias desde distintos sectores. Existe también el peligro de que la nueva relación quede atascada en la inercia y la rutina. Los dos presidentes deben poner en práctica una voluntad política que impida que las negociaciones sobre temas importantes degeneren en un interminable tira y afloja. Los resultados que podrían lograrse si realmente se invierte en una nueva relación valdrán mucho la pena. En un mundo en el que aumentan amedrentadores riesgos imprevisibles, Rusia, con sus recursos naturales e intelectuales, y América del Norte, con su poder e influencia, deben cooperar. Serán depositarios de esos beneficios ellos mismos y también el resto del mundo.

Las oportunidades perdidas y los errores de años anteriores constituyen un legado que no será fácil sacudirse. Pero, mientras Rusia y EEUU zarpan hacia un nuevo curso, su promesa se merece una oportunidad.

Expresidente de la URSS y Nobel de la Paz en 1990.

Distribuido por The New York Times

Syndicate .

Traducción, Toni Tobella .