TDtice la Real Academia Española que un payaso es la persona que hace reír con sus dichos y con sus gestos. También aquel que es un artista, y que hace de la extravagancia en su aspecto o sus actos el modo de hacer reír o quienes acuden a sus funciones. La semana pasada comenzaba la que todo apunta a que será la legislatura más corta de nuestra democracia. Ya en los primeros minutos los payasos quedaron retratados, dejando claro que ese puesto es de ellos, y dando a entender que, después de muchos discursos escritos por excelentes asesores de comunicación, eso de la nueva política ni es una cosa ni la otra.

La diputada de Podemos, Carolina Bescansa , se erigió como la primera de las payasas que tendremos que aguantar durante los próximos cuatro años, dado el caso de un pacto de gobernabilidad. Esperpento que ya apuntaba maneras desde los platós de televisión, el lugar desde donde quieren gobernar y legislar los que tanto hablan de nueva política. Parlamentaria que con sus grotescos actos, aparte de provocar las primeras risas tras verla en el escaño con su bebé, me vuelve a repugnar, de la misma manera que me causaban aversión quienes hacían de la política y del servicio al ciudadano su coartada para llenarse los bolsillos. Al final, la vieja política y la nueva no están tan separadas como intentan hacernos ver.

Y no lo están porque cacicada lo es también que teniendo una guardería a su servicio, y a unos pocos metros de su puesto de trabajo, decida tener en sus brazos a un bebé aprovechando la numerosa presencia de cámaras y fotógrafos. Bochornoso es que se llegue con la niñera hasta la puerta para luego dejarla cruzada de brazos. Pero para encabronarse es que quien llega al Congreso de los Diputados diciendo estar harta de la casta se sienta con tal superioridad que no conciba dejar a su pequeño retoño con los del resto de trabajadores. Nueva política en estado puro. Ahí es nada.

Twitter: jmmartinache