Afirma Rojas Marcos que en España está mal visto el optimismo, al contrario que en EEUU, donde se ve como una virtud que puede conducir a la gloria. Pero, impertinente como soy y sin recelos ante el prestigio del psiquiatra, me rebelo contra el tópico. No percibo en la sociedad española de hoy ese mirar oscuro, y, si nuestra historia presenta etapas sombrías que no admiten más que un juicio muy crítico, ahora mismo están muchos españoles, en mi severa opinión, un poco demasiado encantados de haberse conocido.

Y no me refiero a esos adolescentes que se sienten capaces de enfrentarse y superar un examen sobre el realismo y el naturalismo español sin haberse leído Marianela, novela obligatoria cuyo desconocimiento conduce, tal como ha advertido la profe hasta hartarse, a un suspenso seguro. O a esos otros que esperan aprobar la sintaxis sin distinguir todavía sujeto de predicado o creen que iguales es un verbo y convienen un adverbio.

Me refiero, por ejemplo, a quienes creen que convencerán al fanático, sustituyendo el mero nombre de diálogo por el mero nombre de reencuentro o cambiando los relatores foráneos por relatores caseros, o negando la realidad de un futuro territorial incierto, porque el Gobierno ha cedido a las presiones que le llevan por ese camino, o afirmando que un evento multitudinario con claro riesgo de contagio se va a realizar sí o sí porque el sistema sanitario español es lo mejor.

Y es que ese voluntarismo inconsciente nada tiene que ver con las palabras de homenaje de Jabois a su llorado amigo Gistau que fue feliz cuando tenía todo en contra para serlo y todo a favor para querer cobrarse en los demás, como hacen algunos, esa deuda con la vida que no es sino venganza por haber sufrido una temprana y traumática desgracia familiar. Se ha muerto Gistau de modo injusto porque nadie tendría que morirse joven, con hijos y feliz, aunque algunos creemos que la muerte, siendo ley de vida, es una ley injusta. Y, sin embargo, me quedo con la enseñanza de su voluntad optimista y el ejemplo de su espíritu sin rencor.

*Profesora.