TLtas reacciones a la propuesta de la Junta de Extremadura de dotar de ordenadores portátiles a los alumnos de Secundaria no se han hecho esperar.

Unos opinan que es un disparate que los alumnos dispongan de un ordenador portátil y otros que es una acertada medida. Al parecer, buena parte de la clase docente, la más entendida en esta cuestión, mantiene el primer criterio y según leo en una estadística a pie de calle, el resto de la población defiende lo acertado del acuerdo de la Junta

La opinión de los padres depende de cómo el niño vaya en los estudios: si su hijo se pasa las horas en el messenger y no aprueba una asignatura, la decisión de la Junta es un disparate; si por el contrario el niño utiliza el ordenador para encontrar información y mejorar la calidad de sus trabajos académicos o lo emplea para relacionarse con los amigos a través del messenger, la medida es genial, lo que nos llevaría a una primera reflexión sobre la necesidad de educar para manejar la herramienta y no dejarse manejar por ella.

Los técnicos que han reflexionado sobre el tema, reconocen unas nuevas generaciones dotadas de neuronas aceleradas para el conocimiento en general, debido al avance de las nuevas tecnologías, frente a las generaciones de la resistencia a las mismas.

Pudiera pensarse que la generación de la resistencia está representada por aquellos docentes que se ven achicados por algunos alumnos más sueltos en las técnicas informáticas, pero no creo que sea esa la razón. Posiblemente sigan considerando que la educación no puede dejar de lado la autodisciplina y el énfasis en la responsabilidad individual y que hoy por hoy, el ordenador no aporta, por sí mismos, nada que requiera significación. Siendo esto, --al parecer y hasta ahora--, cierto, no podemos negar que en cierto modo el ordenador obliga a trascender poco a poco el modelo vigente: la información es un principio organizativo básico en todos los órdenes y procesos vitales y sociales, también en el educativo, por eso una educación de calidad no sería posible si no integra las nuevas realidades.

Por ahí, creo yo que va, o debiera de ir, la que considero una decisión muy positiva, siempre que la puesta en práctica de la misma sea acertada.