Los Osos Amorosos son unos dibujos animados muy empalagosos protagonizados por unos ositos mágicos no menos estomagantes que viven en un país llamado Mucho Mimo. Sin embargo, no hay que confundir esta serie de animación con una nueva tendencia vital llamada poliamor. Llevo unos días viendo a youtubers hablando del tema. Parece que en este mundo hay un antes y un después de esta práctica. Y tengo un lío que no veas.

El poliamor es una forma de relacionarse románticamente (y sexualmente) con varias personas. Es decir que se pueden formar grupos amorosos de tres personas en adelante, estableciendo unas normas. Desconozco si hay un tope.

El poliamor es una alternativa a la aburrida y burguesa monogamia en la que está instalada la mayoría de la población occidental. Al parecer cuando uno se inicia en el poliamor la sensación que predomina es la de liberación. Uno está ya fuera de las encorsetadas normas de la pareja tradicional con su aburrida escena del sofá, su visita a los suegros y sus domingos de fútbol.

El problema es que el poliamor cada uno lo entiende a su manera y eso crea frustraciones y sentimientos encontrados en los practicantes. Los poliamorosos están en una especie de montaña rusa emocional donde hay que luchar con una bestia negra: los celos. En una relación poliamorosa tú puedes querer a una o más personas, pero ellas a su vez también pueden querer a otras tantas, creando una estructura de relaciones y sentimientos que puede desmoronarse fácilmente. He oído a algunos psicólogos decir que es habitual que las parejas se rompan después de haber probado el poliamor.

Me quito el sombrero ante los poliamorosos. Reconozco que es algo que no es apto para todo el mundo. Yo, que debo ser un aburrido y un antiguo, seguiré entregando mi vida a una sola persona. Si eso ya de por sí tiene sus vértigos, lo del poliamor debe ser lo mismo elvado a la enésima potencia. Refrán: Uy que lío, una mujer con dos ‘maríos’.