En su último mandato, los presidentes de EEUU intentan dejar su huella queriendo resolver el problema de la diplomacia internacional más espinoso y más prolongado en el tiempo, el conflicto palestino-israelí. También Obama le está dedicando grandes esfuerzos y para ello ha enviado a la zona a John Kerry seis veces en otros tantos meses. El resultado de este ir y venir del secretario de Estado es el inicio ahora de unas conversaciones entre israelís y palestinos, las primeras desde que el último intento se interrumpió en el 2010. ¿Será esta la buena ocasión? Dado el historial de fracasos, sería una extraordinaria sorpresa que Obama triunfara allá donde sus antecesores han tropezado. Sin embargo, no hay mucho espacio para la esperanza. De entrada, las conversaciones no tienen por objetivo atajar los problemas que enfrentan a unos y otros. Deben servir solo para marcar le camino a seguir. Es decir, para elaborar una nueva hoja de ruta.