WMwañana empieza otra movilización de los transportistas españoles por carretera contra el encarecimiento en los últimos meses del precio del gasóleo, ya que no pueden trasladarlo a las tarifas que cobran a los cargadores. Para conseguir que los efectos del paro lleguen a toda la población, el viernes anunciaron que las gasolineras podrían quedar desabastecidas en pocos días.

En realidad, un boicot de los transportistas afecta directamente a todo el abastecimiento, desde particulares hasta industrias, porque nuestro modelo productivo está basado en la reposición permanente.

La queja de los camioneros es razonable, aunque no lo sea su intención de hacer pagar por ello a todos los ciudadanos. La fuerte carga impositiva del gasóleo hace que no exista apenas variedad de oferta para comprar combustible. En cambio, la contratación de un vehículo de carga es totalmente libre, y las tarifas acaban siendo orientativas.

El resultado es que el coste del carburante, muy determinante, no lo pueden compensar bien con el cobro del servicio. El Gobierno trata de paliarlo con un decreto que vincule el aumento del coste del combustible a las tarifas. Es lógico, pero va a costar que el sector lo vea como suficiente.