Paco Ibáñez está de nuevo en los escenarios. Para Francisco Ibáñez Gorostidi (Valencia, 20-11-1934), París es su "madre" y Barcelona, su tía ("esa tía que todos queremos"). Francia --primero Perpiñán y luego la capital-- fue el país de acogida de este hijo de vasca y de republicano perdedor al que una de las dos Españas heló el corazón. Allí, Paco se hizo ebanista y músico de poetas forjadores de versos inquietantes. Desde 1964 nadie como él ha sabido romper el aire contaminado de conformismo.

Si de crío sufrió la España de su tío franquista lisiado en el frente bélico ("mira lo que me ha hecho tu padre", le oía decir), de joven la padeció en clave de recitales prohibidos. Luego siempre ha pagado el peaje de su compromiso. "A mí me han crucificado como a Jesucristo, y mi Gólgota es mi pasado", dijo en 1988, en plena democracia.

Hace tan sólo unos meses, algunos de esos columnistas del régimen aznarista le vejaron por declararse tan en contra de ETA y Batasuna como de "este Gobierno que va a cargarse todo lo vasco". Si Alfonso Ussía le consideró un amargado, víctima de su "propia miseria ética y moral", Antonio Burgos sentenció: "Está tan gagá que no sabe distinguir dónde está ahora la dictadura".

Si Paco no supiera dónde está la dictadura, no le atacarían así.