Tras ver el debate entre los candidatos a convertirse en el nuevo inquilino de la Moncloa, uno pensaría que la posibilidad de una coalición o acuerdo de gobierno de la izquierda sigue siendo algo complicado, y más teniendo en cuenta el número de escaños que les otorgan las encuestas a unos y a otros. Podríamos decir que pasan los años y, para desgracia de este país, la izquierda o parte de ella continúa desconfiando hasta de su sombra. Que si izquierda sectaria, que si izquierda cobarde, que si la radical, que si independentista o que si falsa izquierda. Y mientras continúan enfrascados en su lucha de todos contra todos, la derecha frotándose las manos ante la posibilidad de hacerse una vez más, y de manera inmerecida, con el poder, pero en este caso gracias a la incompetencia del bloque de izquierdas, incapaz de olvidar sus diferencias y mostrar una auténtica voluntad de priorizar el bien colectivo por encima del partidista. No se puede estar en ese constante menosprecio y descalificación y, llegado el momento, ante la posibilidad de formar gobierno, poner de antemano líneas rojas y vetos personales.