Oriente Próximo acumula una larga lista de situaciones inconcebibles. Una de ellas puede estar en vías de normalización con la firma del acuerdo preliminar de reconciliación entre Al Fatah, apoyada por Occidente, y el movimiento islamista de Hamas. Durante 10 años las dos formaciones palestinas han mantenido un enfrentamiento ideológico e incluso armado con una guerra civil, poniendo así el freno a las legítimas aspiraciones de sus ciudadanos en orden a la creación de un Estado. Sin continuidad territorial, con el permanente asedio israelí en la Franja de Gaza, controlada por Hamas, y con la constante ampliación de las colonias hebreas en territorio de Cisjordania, dominado por Al Fatah, el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina ha estado maniatado. Ya en el 2011 las dos organizaciones firmaron un acuerdo para la formación de un Gobierno de unidad y la convocatoria de elecciones generales, pero el pacto fracasó. Ahora la situación en toda la zona ha cambiado, y no a mejor. La guerra de Siria ha tenido como una de sus muchas secuelas la pérdida de influencia de Catar, que había sido el mayor apoyo político y económico de Hamas. Este cambio, sumado al bloqueo israelí, que ha convertido a Gaza en una prisión para sus dos millones de habitantes, ha resultado una situación totalmente insoportable, lo que explica que ahora el movimiento islamista esté dispuesto a entregar el control administrativo de la franja. Pero la década perdida no se podrá recuperar.