Aunque los padres de hoy en día disponen de poco tiempo libre, normalmente se interesan por saber qué hacen sus hijos: las actividades que llevan a cabo en el colegio, los deberes que les ponen, cómo son sus profesores... Quieren participar, en suma, en todo lo concerniente a su vida estudiantil. Esta implicación es importante y necesaria, pero a menudo la mayoría de ellos reconocen que deben reciclarse para poder ayudar mejor a sus hijos. Quieren una formación específica en la que, tal vez, podrían participar los institutos y los ayuntamientos, con conferencias sobre estrategias educativas prácticas, así como asesoramiento para saber transmitir valores y cómo resolver conflictos. Es básico crear un clima de tranquilidad en casa, en el que los alumnos puedan estudiar, leer y tomar notas. Lo ideal sería propiciar un ambiente de trabajo, disciplina y diálogo. Así, daríamos el mejor apoyo a los hijos. Facilitar en casa la concentración para el estudio, enseñarles a tener paciencia, compartir fragmentos de lectura, hablar de los libros, acompañarlos a la biblioteca o a la librería, apreciar el esfuerzo y promover sentimientos positivos son hábitos que estimulan el gusto por el estudio y la lectura. Es una labor que complementa la enseñanza que reciben los niños en las aulas. La implicación de los padres en la educación de los hijos es muy eficaz para el aprendizaje, ya que desarrolla las emociones, la creatividad, la imaginación, el espíritu crítico, la comunicación y el trabajo en equipo. La cooperación es básica para mejorar el rendimiento académico. Como dijo Séneca, "largo es el camino de la enseñanza a través de teorías; breve y eficaz, a través de ejemplos".

Eulalia Rodríguez **

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