La sombra de la corrupción y de la financiación ilegal alcanza a la cúpula del Partido Popular y al presidente del Gobierno de la nación. Los datos sobre los pagos a dirigentes del partido al margen de las nóminas son demoledores. Pese al desmentido protocolario de Luis Bárcenas , el antiguo tesorero y única persona en cuyo poder puede obrar semejante contabilidad, es evidente que estamos ante el desafío de un antiguo alto cargo despechado que solo 48 horas antes de ese mentís había demostrado ante la Audiencia Nacional que la amnistía fiscal del Gobierno le permitió legalizar 11 millones de euros.

La credibilidad del PP ha quedado maltrecha, y a ello contribuyó la rueda de prensa de urgencia convocada ayer por su secretaria general. María Dolores de Cospedal empleó el tono minitero habitual de sus comparecencias públicas para negar la mayor una y otra vez, y para retar a los demás partidos a una competición de transparencia.

La de ayer era una oportunidad para dejar las cosas claras, en lugar de proferir amenazas contra quienes publiquen informaciones negativas sobre el PP. Cabe la posibilidad de que las anotaciones sean falsas, como dice el Partido Popular, pero quien las haya inventado demuestra conocer bien las interioridades del departamento de recursos humanos del partido, como revelan los datos sobre un préstamo del PP a Pío García Escudero . El presidente del Senado y la misma Cospedal tuvieron que admitir la veracidad de la información. Por tanto, las negativas no documentadas son insuficientes.

Si toda la respuesta que Mariano Rajoy piensa dar a un escándalo tan enorme, que ayer aparecía en las webs de los grandes diarios europeos, se limita a la conferencia de prensa y a la reunión de la comisión ejecutiva de su partido mañana, hará un flaco favor al país. ¿Qué pueden pensar los responsables de las instituciones europeas ante las que España se examina a diario si la sospecha de financiación ilegal se cierne de forma tan amenazante sobre el partido que gobierna el país?

¿Cómo afectará a la credibilidad de nuestras cuentas? Rajoy se equivocará, y mucho, si confía de nuevo en que el tiempo jugará a su favor. Debe disipar cuanto antes las dudas que hoy escandalizan a los ciudadanos de este país y a quienes nos observan. El tumulto que le acorrala se ha convertido en una auténtica cuestión de confianza.