Recientemente los medios de comunicación han difundido el informe que anualmente realiza una consultora americana, sobre la distribución del número de ricos por los diferentes territorios, asignándole a nuestro país un incremento anual del 5,7%, con lo que España con 148.600 personas que superan el millón de dólares, se sitúa entre los diez primeros países del mundo. Estos datos podrían llenarnos de satisfacción al hacernos pensar que habitamos en un país próspero; si paralelamente no supiéramos que la procedencia de la mayoría de estos capitales no tienen su origen en lo que conocemos como economía productiva, sino que proceden, en su mayor parte, del turismo, de la especulación inmobiliaria, mercantilista o bursátil.

España, que según nos contaba Guzmán de Alfarache , era ya por aquel entonces un paraíso de pícaros, sigue siendo aún hoy uno de esos lugares donde más fácilmente se puede practicar el fraude fiscal y el consiguiente blanqueo de dinero. Esta práctica tiene que ver con la economía sumergida, que representa según el Banco de España, un 20% del PIB, esto genera competencia desleal, insolidaridad manifiesta, empleo en precario y una rémora para el desarrollo económico.

A pesar de que el Grupo de Acción Financiera, dependiente de la UE, abunda en la sospecha de que España ejerce poco control respecto al blanqueo del dinero, Hacienda recaudó por este concepto durante el pasado ejercicio 4000 millones de euros, una cantidad que es cien veces mayor a la incautada en el ejercicio del 2000, a pesar de ello, el organismo europeo considera que en España se dispersa la acción entre distintos organismos como la Agencia Tributaria y las Fuerzas de Seguridad dependientes del ministerio del Interior. Y es que en Europa saben que en nuestro país, cantidades importantes de dinero son evadidas a la acción del fisco sin que se haga lo suficiente para evitarlo. Según comunican los propios funcionarios de Hacienda, sobre el papel se elaboran magníficos planes de control, que escasamente suelen llevarse a la práctica, por falta de recursos o de personal. Prueba de ello es que uno de cada tres billetes de 500 euros, de los 341 millones que hay en circulación por toda Europa están en manos de españoles. Cuando el Banco de España pide información a los bancos sobre la demanda de estos billetes, comprueba que la mayoría se los reparten entre Madrid y la Costa del Sol, y son empresarios, constructores y algunos importadores, los sectores que más los solicitan.

XHACE TIEMPOx, los capos de la droga practicaban ya el ejercicio del blanqueo de dinero, entonces desconocían los métodos sofisticados existentes en la actualidad, por eso comenzaron adquiriendo décimos de lotería premiados, o distribuyendo el capital entre una maraña de sociedades puestas a nombre de testaferros, familiares o amigos insolventes, con el solo propósito de evadir la acción judicial.

El proceso de introducción de la moneda única, supuso la afloración de capitales escondidos, muchos de los cuales fueron a parar a la adquisición de joyas, obras de arte, vehículos de gama alta y sobre todo a fincas y a bienes inmuebles. Se practicó entonces, por parte de las autoridades, una amnistía subrepticia, con el objeto de que ese dinero saliera a la luz; pero la actual acumulación de billetes evidencia claramente, que estos capitales han retornado inevitablemente a su lugar de origen, lejos de cualquier control fiscal. Hacer un seguimiento de aquellos que declaran en sus negocios pocas ganancias, pero luego gastan mucho, o perseguir esa práctica tan habitual en las transacciones inmobiliarias donde se escritura por un valor inferior a lo estipulado, serían algunas de las fórmulas que deberían utilizarse para detectar este tipo de fraude.

Cuando nos referimos a ricos conviene también establecer algún tipo de taxonomía o clasificación, ya que no todos los ricos son iguales, por un lado están los millonarios de verdad, las grandes fortunas, una casta minoritaria que suelen dormir en las portadas de las revistas del corazón, gentes que coleccionan millones como otros coleccionamos menudencias; luego están los ricos medianos y los pequeños, una pléyade que no tiene problemas económicos para llegar a fin de mes, que su mayor preocupación es el yate, los cruceros, las mansiones, o el adquirir un modelo de vestido mejor que el de su rival, a esta gente no les inquieta, como al resto de los mortales, el que suba la gasolina, el precio de la vida o las hipotecas.

No todos los componentes de esta lista de afortunados tienen por qué haber conseguido su patrimonio de forma fraudulenta, los hay que amasaron sus capitales a base de ahorro, de esfuerzo y de sacrificio; algunos de ellos son filántropos que generan riqueza y con sus inversiones contribuyen al crecimiento económico y a crear empleo.

*Profesor