XExl PNV ha vuelto a imponer a Ibarretxe como lendakari, lo que ya no es noticia, y ha salido con la ayuda de los votos de la violencia y de la sangre, lo que tampoco es noticia. Hay quien se extraña de ello y esto sí que es noticia.

A lo largo de la historia, entre los forjadores de naciones, con comillas o sin ellas, siempre se han entendido los nacionalistas pacíficos con los violentos, por radicales que fuesen éstos, y siempre también los primeros han hecho gestos públicos de distanciamiento de los segundos, condenando asesinatos y asistiendo a funerales. El ejemplo irlandés o el de los sionistas en su lucha contra los ingleses en Palestina, son ejemplos harto elocuentes entre los muchos que se pueden encontrar.

Siempre los pacíficos , las comillas son obligadas, mantienen en última instancia la razón política de la violencia y por ende la naturaleza política de sus autores, de la que se deriva igualmente el carácter político de los presos y éstos se convierten en sujetos susceptibles de transacción.

Es difícil saber si la historia es maestra de la política, pero su notaria seguro, y el registro de estas transacciones no puede ser más desolador. Los movimientos secesionistas, en cualquier latitud y con cualquier régimen, sólo han tenido dos salidas: o han triunfado y conseguido la independencia que pretendían o han sido extinguidos, no hay pasos intermedios. Cuando aparentemente los ha habido, éstos han sido siempre efímeros y al final la violencia ha rebrotado con más o igual intensidad que la anteriormente existente.

Siendo cierto lo anterior, no lo es menos que el intento de alcanzar o conocer la posibilidad de restaurar la normalidad en el País Vasco y fuera de él, ha tenido una atracción singular para todos los gobiernos democráticos. Tanto Adolfo Suárez , como Felipe González y Aznar , lo intentaron con mayor o menor discreción, por ello, las intenciones que a este respecto pudiera tener Zapatero no debieran escandalizar a nadie. Ahora bien, si las cosas llegasen a mayores, cuestión poco probable porque la única fuerza significativa que tiene ETA es la violencia, y lo que el Gobierno le pide es prácticamente una rendición, pero si lo improbable se hiciese posible, el Gobierno debería contar forzosamente con la aquiescencia de la oposición, es decir, con el PP.

Es un hecho que ETA lleva dos años sin matar, y las causas son muchas, pero con seguridad que no son razones morales las que le han impedido hacerlo. Es verdad que si quisiera pondría un muerto sobre la mesa en cualquier momento, pero también lo es que cada muerto le sale más caro, tanto políticamente como logísticamente.

A raíz del macroatentado de New-York, el terrorismo sufre una deslegitimación moral muy fuerte en gran parte del mundo, en España tenemos además los trágicos sucesos del 11 de marzo, que acentúan esta deslegitimación y acentúan la condena social del terrorismo.

Por otro lado, la acción contundente de los cuerpos de seguridad la está debilitando fuertemente y en tercer lugar, su apoyo en el ámbito social, aun siendo mayor del que deseamos, tiende a estancarse.

ETA es hoy un mal con el que se puede convivir, y aunque siga siendo importante como pieza política ha perdido muchos enteros, y merece los esfuerzos que merece. Dedicarle más de los necesarios sería contraproducente, aun compartiendo el discurso moral de que una vida humana no tiene precio, que es verdad que no lo tiene. El mal llamado terrorismo de baja intensidad, está teniendo una frecuencia harto mayor de lo que cabía esperar, y que se cobre muertos es una mera cuestión de tiempo buscando siempre el daño mayor. Que hay posibilidad de conseguir los Juegos Olímpicos para Madrid, se pone una bomba en el estadio de la Peineta.

Los riesgos de tomar café con este ganado son muy grandes.

*Ingeniero y director generalde Desarrollo Rural del MAPA