TPtara diseñar y encuadrar un buen paisaje en el espacio de un lienzo hay que comenzar trazando las grandes líneas de la perspectiva, con las que acoplar y encajar todos los datos del conjunto dentro de una visión completa, amplia, llena de luz, en la que los detalles menores encuentren su relación, su explicación y su imbricación en el todo; si es que queremos dar visibilidad y relieve al protagonismo de estos detalles.

El discurso y la práctica habitual de la política viene a ser muy similar a lo que hemos dicho de la pintura: para ordenar o programar una buena acción política y satisfacer en detalle los problemas y esperanzas de los ciudadanos, hemos de saber trazar con soltura y cierta maestría las grandes líneas de la perspectiva para encuadrar los graves y disparatados problemas que afectan hoy, en nuestro lacerado país, a la vida local, regional o nacional. Problemas y desajustes que afectan a miles de familias en aspectos o detalles que implican unas líneas de diseño que encuadren las acciones económicas, presupuestarias, educativas, culturales, sanitarias e, incluso, personales.

XPARA EL ARTEx de la política --que es el arte de la convivencia y de la paz social-- no es suficiente la acción individual del artista, como lo es para pintar un cuadro o diseñar un paisaje; se necesita la concurrencia solidaria, coordinada y estable de todos los colectivos funcionales, a los que, en democracia, se suele denominar "partidos políticos", encargados precisamente de concebir esos grandes trazos de actuación, esos diseños de perspectiva que después, sus miembros, encargados de la acción más directa del gobierno, han de poner en práctica, puntualmente y con seriedad, cuando los ciudadanos los elijan para llevar a cabo su diseño al frente de las máquinas administrativas.

Lo malo es cuando estos "partidos políticos" se van esclerotizando, se van convirtiendo en "aparatos" generadores ellos mismos de problemas. Cuando solamente funcionan para campañas electorales o para "colocar" a sus más fieles y allegados. Cuando sus líderes y "mandamases" deciden vivir de la gestión pública y toman posesión de sus cargos políticos como si fueran sus fincas, repartiendo cargos y prebendas entre sus acólitos; no en función de su preparación profesional o intelectual para desempeñar las tareas, sino en función de su fidelidad al jefe y se su capacidad de adulación.

No es extraño, pues, que el agotamiento de estos colectivos ciudadanos "inventados" para llevar a cabo una acción política transparente y honesta, se manifieste en su ineficacia, en la corrupción de sus miembros, la malversación de los recursos públicos --que algunos confunden con los propios-- y otros deterioros funcionales, considerados ya como delitos en las democracias más avanzadas, en las que funciona la división e independencia de los poderes.

Se dibuja --eso sí-- en perspectiva, un amplio programa con atrayentes líneas de actuación; para luego olvidarlo, marginarlo y tirar por la borda todo aquello que ilusionó y encandiló a los votantes. Se marcan metas y detalles en el panorama político que han de quedar inmediatamente borrosos y desdibujados, cuando se ponga al frente de los departamentos de gestión --para ponerlos en práctica-- a gentes opacas, miopes, obtusas, que apenas conoce el trazado de la carrera que les llevará a la meta.

En fin, se colocan detalles en el paisaje que pronto quedan emborronados por la torpeza de los encargados de aplicar los pinceles con los colores adecuados por los márgenes y pautas del dibujo. Y lo que debería haber sido una verdadera "obra de arte" política, se convierte en un emplasto destartalado por el que todo el mundo protesta, se declara en huelga, se indigna y se manifiesta en contra, pidiendo con sus gritos y declamaciones que se cambien las perspectivas de un buen paisaje.

En adelante, las democracias formales, deberían pedir y exigir a sus políticos una cierta sensibilidad de artistas, capaces de diseñar con perspectiva de futuro, colorear con viveza y optimismo y terminar su obra enriqueciendo a sus conciudadanos, en vez de arruinarlos e indignarlos.