Escritor

Sigo por profesionalidad de hombre que junta letras, el prodigio ése que es Pajares y toda su parentela, incluidas las examantes, su hija Mari Cielo que es otro prodigio que hubiera hecho las delicias de Freud, la hija recientemente aparecida, otra que espera turno, la nueva novia ya curtida en saberes y años, la excuñada, que por qué no la ficha el Partido Popular para denostar a Zapatero, y en fin, todo un mundo que te deja helado, y que es el que representa el verdadero teatro de hoy en España, que ha sustituido aquel teatro de Paquito de lucio con Manda a tu madre a Sevilla, que era de una ingenuidad grandísima. Hoy todo eso ha pasado a la historia para enfrentarnos, sin tapujos, a otras que aplastan cualquier intento de representarlas, porque nada es comparable a que de un muerto digan que era un tal y cual o que tal muerta era una lesbiana depredadora, porque todo eso, cuando se lleva a la literatura, no es nada si no se ve y se siente hervir delante de una televisión como hierven los garbanzos en una cocina antigua.

El despropósito es cuando el que aparece es el propio Andrés Pajares entrevistado por Xavier Sardá, que a la postre es un pobre desgraciado que tiene que ir al water antes de salir a cualquier representación que haga, y todo eso contrasta a la vez con las dobles y claras personalidades que nos proponen sus amantes, a lo que a ninguna fue fiel porque un polvo se echa en cualquier parte, hasta ahora que se ha vuelto a enamorar de una mujer mayor, pero que no nos podemos hacer idea de su sabiduría.

Y en esto me llama una periodista del diario El Mundo que me pregunta por qué escribo teatro y por qué lo junto todo en unas obras completas, que todavía no lo son pero que lo serán algún día, y se enfada conmigo porque digo que esto sólo ha cambiado para poder decir si somos lesbianas o maricones, pero no para profundizar en nuestra vida, y el cabreo final es cuando le digo que esta administración se gasta el dinero en la Fundación Francisco Franco, pero según ella es para poder estudiar los archivos.

Y de ahí a aconsejar a los futuros electores americanos que voten a George Bush sólo hay un paso, porque todo es producto de lo mismo. Del desastre en el que estamos inmersos.