Se supone que cuando Juan de Mena dedicó su Laberinto de Fortuna al Rey de Castilla no albergaba más que afán pelotillero en su "Al muy prepotente Don Juan el segundo " y el adjetivo no debía entenderse como opresor que abusa de su poder y hace alarde de él, sino como más poderoso que otro o muy poderoso. La época en que los artistas dependían para todo de reyes y mecenas propició que grandísimos portentos de todas las artes honraran con alabanzas sonrojantes a sus señores, de Ovidio a Lope y de Mozart a Goethe .

Hoy podemos pensar lo que queramos, pero esta práctica no encoge la grandeza de sus genios. Se cuenta, a mayor gloria de Quevedo , aquello de que le dijo a la reina "entre el clavel y la rosa su majestad escoja", para burlarse del defectillo físico, eludir la represalia, presumir de ingenio y ganar una apuesta, pero lo cierto es que su genio no le libró del castigo real y no por ese motivo. Esto parece cosa del pasado, pero no lo es. No hay más que ver de qué modo entusiasta aplaude la tropa y el pueblo al orondo Querido líder norcoreano y cómo lloraban y se desgañitaban cual plañideras en los funerales de su augusto y aun más siniestro y seboso antecesor. Porque no manifestar a voces el amor incombustible que les abrasa hacia su egregio mandatario les puede costar carísimo.

A veces el afán laudatorio proporciona anécdotas tronchantes como la del vítor en honor de Franco esculpido en la fachada de la catedral nueva de Salamanca, con el acompañamiento del yugo y las flechas y una pluma que recuerda la investidura como doctor honoris causa recibida por el Caudillo el 8 de mayo de 1954 y que reza: "Generalísimo Franco, Miles Hispanus Gloriosus". Pues el significado del latinajo no es soldado glorioso sino fanfarrón.

Lo último en el mundo de las alabanzas pelotilleras, aduladoras, serviles, ridículas, lisonjeras, y camelísticas es esa narración de Maduro, candidato a la presidencia de Venezuela y además presidente "encargado". Se le apareció "el pajarito chiquitico de Chávez " y el hombre cayó en éxtasis. Con chándal y todo.