Una tienda online busca poner de nuevo en circulación términos en desuso, rescatar las palabras olvidadas. Mi gozo se atenúa al leer algunas, pues creía que se seguían usando. No entre los alumnos, claro, que están en proceso de formación, pero sí entre gente ilustrada, que haberla, hayla. No consideraba que peligraran, como el lince, la morsa del Pacífico o la tortuga laúd, vocablos tan sonoros, recios y bellos como "entelequia", "cuchipanda", "tarambana" o "potosí".

Pero tras breve meditación, concluyo que el riesgo está ahí. Pues solo se utilizan con cierta frecuencia 2.000 de las 94.000 palabras del castellano, lo que roza casi el ridículo. Y todo ello agravado por la decadencia de la lectura. En esa lucha estamos, compitiendo contra el reinado de la imagen, entronizado en la tele y en las redes. Así que se agradece la iniciativa de convertir internet en aliado y médico de las palabras enfermas de olvido.

De modo que propongo a mis alumnos que rescaten palabras, las ilustren según sus asociaciones mentales, buceen en su significado y, como recomienda la citada web, añadan unos consejos para su utilización. Por ejemplo, si llaman a alguien "tarambana", cuyo significado es persona alocada, de poco juicio, que la combinen con una sonrisa si se utiliza de forma oral y de los signos de puntuación y I)I si es de forma escrita.

Me encanta este novedoso maridaje para las recetas de palabras y me atrevo a proponer unos cuantos aun sin emoticonos. Si uno habla de "amalgama": "Mezcla confusa de personas o cosas de distinto origen o naturaleza y algunas veces contrarias", acompáñelo de un sincero deseo de que no degenere en fratricidio. Si se trata de "alboroto": "Alteración, generalmente causada por un ruido de voces alto y confuso", combínela con la esperanza de que no sea el estado habitual de nuestro Congreso, y por último si se trata de "pusilánime", "taciturno", "triquiñuela" o "truhan", confíe en que no sean los vocablos más aplicables a uno u otro líder de partido que pretende formar gobierno en esta España de nuestros despropósitos.