Seguro que ha oído usted alguna de estas expresiones que están de actualidad: «no dejaremos a nadie atrás», «nueva normalidad» o «escudo social». Son palabras que en una bonita cadencia se repiten, una y otra vez, con el objetivo de construir el relato impuesto por Moncloa. Pero si usted rasca en ellas, verá que son palabras vacías.

El escudo social que pregonan es de cartón piedra, como si fuera parte del atrezzo de una película de terror, claro está, porque las consecuencias dan miedo. Personas con necesidades básicas sin cubrir, que no cobran el ingreso mínimo vital y se encuentran en una situación crítica, porque de las más de 18.300 solicitudes de esta ayuda en Extremadura, sólo se han tramitado 149; o los autónomos que ven como siguen pagando impuestos y cotizaciones, con negocios al ralentí.

¡Claro que están dejando gente atrás! Como el pequeño comercio que está en un estado agónico; como los trabajadores en ERTE, que en Extremadura se estiman entre siete u ocho mil personas, y en España en cerca de un millón. Han dejado atrás a los funcionarios de la Junta de Extremadura, incumpliendo la Ley y no pagando el 2% de aumento de salario como sí han recibido el resto de España; les recortan a todos, incluidos a los profesionales sanitarios que han estado en primera línea de lucha contra el virus, y que van a tener que seguir haciéndolo.

También reducen maestros y profesores extremeños, que tuvieron que hacerse cargo, ante la inactividad de la Consejería de Educación, de una responsabilidad que no era suya, teniendo que elaborar los Planes de Contingencia del COVID para preparar la vuelta a las aulas de los niños. Sin test, eso sí, porque también en eso aplicó la tijera la Junta, ya que le parecían innecesarios.

Aún queda la anunciada subida de impuestos; el Gobierno ya ha lanzado los primeros avisos. Habrá una congelación salarial en los presupuestos del 2021, una subida de las cotizaciones de los autónomos, según ha dicho el ministro, y tocarán las pensiones, porque forma parte del acuerdo de Sánchez con Bruselas. ¿Será a todo esto a lo que llama el Gobierno la nueva normalidad?

«Hemos vencido al virus», dijo Sánchez en el Congreso el pasado 10 de junio, con evidente irresponsabilidad, ante un verano en el que se nos permitió salir después de varios meses confinados. No se nos contó la realidad; que no habíamos vencido a nada, que el peligro seguía ahí y que debíamos retomar nuestra vida con precaución. Así, con mentiras y engaños, no «saldremos más fuertes» porque, para que así fuera, se necesitarían menos palabras vacías y más hechos.