Cada vez son más los infectados, y la OMS todavía no ha alertado sobre ello pero la velocidad de contagio es vertiginosa. Los síntomas son fácilmente perceptibles para el no contagiado, actitud cabizbaja, pérdida auditiva, incapacidad para comunicarse, dolores en las articulaciones, y en los casos más severos, ansiedad y stress. Muchos piensan que es un mal endémico de nuestra sociedad por el estilo de vida que llevamos, pero no es cierto, el virus existe.

Empecé a preocuparme hace como un mes, asistí a unas jornadas donde el único que miraba a los participantes y viceversa éramos el ponente y yo. Extrañado, pregunté a mi compañero de butaca por tan extraño suceso y cual fue mi sorpresa cuando comprobé que no contestaba, estaba como absorto, cabizbajo y sin pronunciar palabra. Más preocupante fue el vino de honor, al principio parecía que el virus remitía, todos interactuaban, pero a lo lejos, y de repente, Antonio , el más dicharachero de todas las reuniones cayó barbilla en pecho, asustado grité desde la otra punta del salón: ...Antonio, estás bien? Un leve levantar los ojos pero incapaz de pronunciar palabra. En breves segundos el contagio era evidente, solo algunos pocos conseguíamos cruzarnos la mirada. Acudí raudo al centro médico más cercano a informar del extraño acontecimiento. En la sala de espera se me heló la sangre, la chica del mostrador ni siquiera levantó la mirada, algo estaba ocurriendo, dejé una nota con mi número de teléfono y un mensaje para el médico, llámeme es muy urgente, cuestión de supervivencia.

Solo me quedaba salvar a mi familia. Llegué a casa corriendo y mientras hacía las maletas vociferaba en voz alta: recoged las cosas que nos vamos. Llegué tarde, mi hija de quince años deambulaba por la casa sorda y muda. Parecía que todo estaba perdido cuando el médico llamó.

Demasiado tarde contesté, ha tardado usted demasiado, a lo que contestó, ...cómo que tarde, llevo toda la mañana con la cabeza pegada al teléfono sin poder hacer nada... oiga, usted no me ha llamado.. cómo que no, le hemos enviado mi enfermera y yo cincuenta whatsApp.

A veces lo que nos acerca a los más lejanos nos distancia de los más cercanos.