TLta idea de aumentar la educación obligatoria hasta los dieciocho años no es nueva, algún estado de Alemania permite hasta los diecinueve años aunque a tiempo parcial en los últimos cursos.

La cuestión aquí radica en para qué se quiere aumentar la obligatoriedad teniendo el Bachillerato (aunque sí es cierto que éste debería ser de tres años en lugar de dos) que es voluntario y que se salva de la quema de la situación educativa actual precisamente por la motivación del alumnado que hace bueno, esta vez sí, la nueva campaña televisiva de la Junta de Extremadura, aquel que lo cursa lo hace por y para sí mismo.

Hoy día es necesario una nueva estructuración del sistema educativo pero no copiar por copiar paulatinamente modelos educativos ajenos y además no precisamente los que mejor resultado han dado.

Habría que recordar que sucesivamente la edad obligatoria de escolarización ha aumentado en estos últimos años a medida que el fracaso escolar también lo ha hecho. No creo que aumentar años solucione nada, aquel alumno que pasa de curso por el simple hecho de cumplir una cierta edad lo seguirá haciendo si le dejan hasta los 24 años pero el aprovechamiento seguirá siendo el mismo con dieciséis que con dieciocho. Por el contrario sí abogo por la flexibilización de la Secundaria y el Bachillerato de tres años ya que el bachillerato LOE, que comprime 19 materias en dos años es manifiestamente insuficiente. Sin embargo, el año que necesita no debe aumentarse a costa de prolongar la edad de escolarización puesto que el bachillerato no es ni puede ser una enseñanza obligatoria.

Con demasiada frecuencia nos encontramos en los centros con alumnos que integran el llamado absentismo pasivo, es decir, están de cuerpo presente y espíritu ausente, esos alumnos debieran de tener otras posibilidades y vías de desarrollo dentro del sistema educativo actual y a más temprana edad adelantando la diversificación curricular, por eso es necesario estructurar la enseñanza secundaria, de manera que durante esta etapa un alumno pueda encontrar, según sus aptitudes e intereses, una pasarela flexible hacia el primer curso de un bachillerato de tres años, hacia unas enseñanzas profesionales prestigiadas, o bien, pueda afianzar las materias instrumentales y la capacitación vital que le permitan afrontar la salida laboral.

España no ha sido capaz y por lo visto tampoco lo será a largo plazo, de vertebrar un sistema educativo propio adaptado a las necesidades de alumnos y sociedad en general respetando nuestras particularidades pues España no es Finlandia donde acaban entre los quince y dieciséis años (con los mejores resultados) ni tampoco Hungría donde empiezan a los cinco y acaban a los dieciocho.