TQtuerido Juanjo :

¡Vaya semanita que has elegido para irte a las corralas !. Estaba el personal entre ensimismado y aburrido por la muerte global y vas tú, como siempre, a poner el punto sobre la i, recordándonos que estabas aquí. Te fuiste de puntillas, sin avisar, en el momento más oportuno para remover los muros contra los que siempre luchaste, poniendo la sencillez insignificante de un ciudadano sencillo, ante los que predican la humildad sin dar ejemplo.

Cuando fui a verte el jueves, amigo Juanjo, ya no estabas. Tus ojos habían dejado de escudriñar el revuelto mar de las injusticias de la tierra. Los blancos sucios de tus pinturas malpartideñas, el gris de los barruecos que quisieron robarte, las enaguas negras de las mujeres del moño y las caras maravillosas de los burros, rodeaban la cama de tu penúltima habitación.

Alrededor de unos tubos desconectados e inservibles, unas cajas de grapas oxidadas, latas de sardinas en aceite puro de oliva pegadas sobre cajas de tomates, varias grapadoras llorando por el único hombre que supo mimarlas y elevar su trabajo a la categoría de arte y un montón de varas de rosal llenas de espinas secas y punzantes, eran el símbolo, querido Juanjo, de tu lucha permanente por la igualdad y la solidaridad frente a la descalificación, las divisiones sociales, la mediocridad y la caspa que nos envuelve sin piedad, patrocinadas por la ignorancia, el amiguismo y la maquinaria de unas organizaciones a las que interesa el poder, la economía, la globalización, y mucho jijí... jajá , mientras el hombre muere poco a poco y el cielo sigue, como siempre, aliado con la policía.

Cuando amigos y enemigos comunes lean esta carta, estaré visitando las corralas con mi cámara para captar las esencias de tu cuerpo y de tu arte. Recordaré las tardes que pasamos en tu estudio del Perú preparando el catálogo de tu primera gran exposición en El Brocense . Los dos somos, con Jaime Velázquez , de los pocos creyentes y practicantes en ese templo de cultura venido a menos, sobre todo por tu ausencia.

Tu metro y pico, Juanjo, nunca hizo justicia a la enorme talla del talento artístico, el fuerte carácter y la grandeza personal que atesorabas. Para que sigas con nosotros nos queda tu obra en Malpartida, ese Museo Narbón de la Caja de Extremadura que la sensibilidad y el tesón de Jesús Medina supo conducir y convertir en feliz realidad para gozar, por siempre, de tu obra y mantener viva la realidad del paisaje y de los hombres de esta tierra como tú los supiste ver en el tiempo vivido entre nosotros.

Con mi abrazo de hermano, atentamente.

*Periodista