El escritor Julio Llamazares sugería el sábado en El País que los extremeños, si quieren que el Gobierno les haga caso, deben dejarse de manifestaciones --en referencia a la manifestación del sábado anterior en Madrid-- y declarar la independencia de Extremadura. Como no podía ser de otro modo, y a tenor de lo que sugería, Llamazares aludía primero al hartazgo de «tanto hablar» del procés, de la DUI, de la huida de Puigdemont, del 155, de las elecciones del 21-D, de Gabriel Rufián, etcétera, para preguntar a continuación: «¿Sabían ustedes que existe un lugar en España que se llama Extremadura?». Era la pregunta de arranque para hacer elogio y reivindicación de Extremadura, una región que, añadía, «no es el pozo sin fondo que los independentistas catalanes ponen como ejemplo de sus desdichas a la hora de repartir los dineros que aportan a la Hacienda Pública». ¡Chapó!

Solo una cuestión: ¿Extremadura debería declararse independiente para tener una red ferroviaria como se merece o debería hacerlo para que los independentistas catalanes dejen de ponerla como ejemplo de sus desdichas financieras? Para lo uno y lo otro, cabría responder. Pero la sugerencia de Llamazares no solo era retórica sino que aludía únicamente a Cataluña, cuando el País Vasco es también nacionalismo histórico y tiene asimismo sus privilegios (sus derechos, perdón), como acaba de decretar el Congreso aprobando su sobrefinanciación, es decir, el llamado cupo. Cierto que los nacionalistas vascos nunca han necesitado poner a Extremadura como ejemplo de sus desdichas de financiación, ya que nunca las han tenido, pero qué decir del hartazgo de «tanto hablar» de Extremadura como de un «pozo sin fondo» mientras el País Vasco, siendo la región más rica de España, es el único pozo sin fondo --insaciable-- que necesita una financiación extra y, dado el cuánto, ciertamente extraordinaria.

No, Extremadura no tiene que declararse independiente, sino protestar ante quienes se han garantizado la estabilidad para seguir gobernando (PP) y ante quienes se lo han consentido (PSOE y Podemos). Al fin y al cabo, protestar es gratis.