Si reconocemos a buen lector porque, lejos de limitarse a los libros de alta demanda, construye su biblioteca personal con criterios propios y es proclive ahuronear durante horas en librerías de viejo, podemos reconocer igualmente que el mejor libro de regalo no está a veces en las adecentadas baldas de una primorosa librería de novedades, sino en una de esas librerías de viejo antes citadas, donde se ofertan los libros al lector sin marketing.

Escribo esto tras recibir, con motivo de los Reyes Magos, el ensayo Intelectuales, de Paul Johnson, un libro que, me informan, está descatalogado en castellano y que, compruebo, tiene un precio altode segunda mano. El libro, en una edición argentina de la editorial Vergara del año 2000, con la letra demasiado pequeña para mi gusto y con las páginas algo deslavazadas, ofrece pese a todo lo más interesante que debemos buscar en un libro: un contenido de gran valor. Un contenido que no esté sujeto a las modas y que podamos leer con placer edificante tanto hoy como dentro de veinte años.

Paul Johnson da vida en Intelectuales a un grupo de pensadores que, como señala en el primer párrafo, se dedicaron a «aconsejar a la humanidad sobre cómo conducir sus asuntos». El elenco de personajes biografiados no tiene desperdicio: Ernest Hemingway, HenrikIbsen, León Tolstoi, Bertolt Brecht, Edmund Wilson, Bertrand Russell, Jean-Paul Sastre o el «loco interesante» Jean-Jacques Rousseau.

24 horas después de recibir el libro, solo me ha dado tiempo a leer el capítulo dedicado a Rousseau, pero puedo dar fe de que Intelectuales merece las horas que entregaré a este ensayo, lápiz en mano.

No tengo muy claro para qué sirve un intelectual (esos consejos a la humanidad de los que habla el historiador británico son muchas veces erráticos, cuando no caóticos). Quedo pues a la espera de que Johnson ponga algo de luz al asunto con su ameno libro.

* Escritor