No se trata exactamente de la alta velocidad soñada desde hace años, pero empieza a parecérsele. El anuncio, por parte de los ferrocarriles franceses (SNCF), de la llegada del tren de alta velocidad (TGV) a la frontera con España, concretamente a Figueras, tiene gran importancia. Al mismo tiempo, las declaraciones de su presidente, Guillaume Pepy, certifican la voluntad francesa, muchas veces puesta en duda, sobre el verdadero interés en conseguir que su línea ferroviaria de alta velocidad llegue hasta España. La noticia de esta conexión ha de implicar, por supuesto, una armonización de los sistemas de señalización y electrificación españoles, más avanzados, y los franceses. Y también un uso de recursos alternativos, como el carril que se construye al mismo tiempo que la infraestructura del AVE en España, adaptado al ancho internacional. Habrá dificultades, por supuesto, pero lo cierto es que ya se anda con decisión por un camino que ha sido tortuoso y aún será largo. Parece ser que el enlace entrará en funcionamiento, aunque no en las condiciones que tendrán los trenes cuando esté acabada, en el 2012. En función del acuerdo entre Renfe y la SNCF en febrero sabremos a qué novedades atenernos. Por de pronto, un primer paso (y muy importante) ya está dado.